San Juan de la Cruz. El poeta más alto. El santo más admirable

Antes de empezar

Fuentes Informadas me ofreció desde el principio escribir de quien quisiera, y del modo que creyese más conveniente, para encabezar los domingos el artículo de Portada. Casi un año llevo cumpliendo con la tarea encomendada intentando acercar a los lectores a algunos de los poetas más destacados de la Generación del 27: Miguel Hernández, el tardío don Antonio Machado y Federico García Lorca, del que escribí un libro sobre su etapa en Buenos Aires y que va a publicar la Editorial Vitrubio para presentarlo en Madrid el 10 de octubre de este año en el Centro Riojano. Allí les espero a las 19,30 horas.

Agradezco de corazón el éxito que han tenido estas semblanzas pasadas por el agua del alma desde una voz interior, como todas ellas, siempre comprometida con la verdad y la hermosura. Cualquier belleza remite a la armonía de la creación y deja su encantamiento en las miradas, en el deseo de alcanzar lo que se intuye. Toda belleza es una angustia esperanzada que revela el destino al que hemos sido llamados.

Hace años escribí esta biografía literaria, casi poética, de San Juan de la Cruz de la que, en su momento, se editaron tres ediciones muy poco conocidas en España. Ahora, para ustedes, queridos lectores, me dispongo a corregirla escasamente y presentarla cada semana en las páginas de “nuestro” diario como una llama lenta que encienda los escalofríos de una vida social, llena de duermevelas, miedosa en el porvenir de sus naufragios. Pretendo sosegar el alma, dignificar la maravilla del más eximio poeta que han dado las Letras Españolas y corregir, de paso, las numerosas doctrinas que han pretendido “matar” a Dios y, a los pocos años, han muerto ellas.

De todas maneras, ustedes decidirán si merece la pena seguir en la clara abundancia de sus misterios o dejar para otro momento la lectura y desarrollo de un San Juan de la Cruz que anduvo por la vida de puntillas, como un bailarín inalcanzable. Sean libres y háganmelo saber, porque un escritor no siempre dice lo que otros quieren escuchar.

Con el final del prólogo que, a su aire de amigo, escribió José Manuel Martín Portales, concluyo esta introducción y la semana próxima comenzamos:

“Creo honestamente que no existe otro camino que el poético para llegar a la última sustancia del vivir. Por eso estoy convencido de que esta biografía literaria, a veces lírica, de San Juan de la Cruz será auténtica luz para muchos. Dice el autor que vivir es descifrar los cantos que se escuchan, encerrarlos en la memoria y olvidarlos; que… todo es un decir, un pentagrama aún no descifrado, un collar de juegos que la tarde cambia. Debemos contemplar sin importarnos lo que pueda entenderse de la maravilla… acaso la maravilla no hay sido creada para ser entendida. Dios es inocente. Dichoso el que a esa inocencia nos invita”.

EL DUENDE