Hoy: 23 de noviembre de 2024
Un estudio dirigido por investigadores de la Facultad de Medicina y Ciencias de la Salud, y del Instituto de Neurociencias de la Universitat de Barcelona, junto con la Fundación Institut Guttmann-Hospital de Neurorrehabilitación han determinado en un estudio que debería tenerse en cuenta el estado de funcionalidad del cerebro para analizar el impacto psicológico de “situaciones globales y extremas” en la población.
La investigación recogida en la revista Biological Psychiatry: Cognitive Neuroscience and Neuroimaging, revela la importancia de la configuración de nuestras redes cerebrales con la capacidad que tenemos para gestionar el estrés y las estrategias que utilizamos para afrontarlo, según ha informado la Universitat de Barcelona en un comunicado.
En el estudio, donde han participado un total de 2.023 personas de entre 40 y 65 años, se han analizado si los factores sociodemográficos, psicológicos y neurobiológicos antes de la pandemia podían ser factores predictores de los cambios en la salud mental que vivió la población durante el primer año de COVID-19.
Los resultados del ensayo determinaron que las personas que se caracterizan por tener un funcionamiento más aislado de una red llamada “de control ejecutivo” del resto de redes del cerebro –asociadas a la información sobre uno mismo o autorreferencial– se muestran más sensibles a efectos del estrés y, por tanto, necesitan mejores estrategias de afrontamiento para no mostrar síntomas de ansiedad o depresión.
El trabajo tiene la financiación de la convocatoria PANDEMIAS 2020 de la Agencia de Gestión de Ayudas Universitarias y de Investigación (AGAUR), y de la edición de La Marató de TV3 dedicada al Covid-19, también han participado equipos del Hospital Clínic de Barcelona, el Instituto de Salud Global de Barcelona (ISGlobal) y el CIBER de Salud Mental (CIBERSAM), entre otros.