A las agujas del reloj les cuesta detenerse en las horas felices. A ratos, conseguimos una anchura de gozos en el alma pero, como no estamos acostumbrados, desconfiamos de que no sean otra cosa que espejismos.
La felicidad, aseguraba don Antonio Machado con su bondad acostumbrada, consiste en tener salud y la mollera vacía.
Para algunos, la mejor salud es ofrecernos eutanasia, que ya se encargan ellos de hacernos ver que es un derecho. Mientras otros evidencian su mollera vacía con el propósito de intervenirlo todo: los alquileres, el pan, la inteligencia… como si reprimiendo se alcanzara la libertad.
¡Ay, ay, que no aprenden!… Que no aprendemos.