Hoy: 15 de octubre de 2024
PEDRO JIMENEZ HERVAS
Escritor y periodista
La Vía de la Plata era y es una calzada romana que recorría, de sur a norte, buena parte de lo que, entonces, se conocía como Hispania. Uno de los tramos de este trazado atraviesa la localidad de Maire de Castroponce (Zamora) y llega hasta el siguiente pueblo, Alija del Infantado (León) no sin antes cruzar un río, el Órbigo ¿Cómo cruzamos el río? Muy sencillo: a través del puente romano de La Vizana. Otro vestigio antiquísimo que todavía perdura.
El puente de la Vizana es una de esas edificaciones que fueron construidas hace 2.000 años. Poco más o menos. Igual que el puente romano de Cangas de Onís, el Puente romano de Alcántara, el acueducto de Segovia, las murallas de Tarragona o el anfiteatro de Mérida… Son muchas las construcciones romanas que podemos ver y disfrutar.
Pero ahora alzamos un gran puente de hormigón pretensado y no dura ni treinta años. Existe un ejemplo, naturalmente. El viaducto de O Castro, en la A-6. Situado entre León y Lugo. Todo un desafío de la ingeniería que el pasado 7 de junio vivió su primer derrumbe, para una semana después sufrir un nuevo desplome. No se produjeron daños personales, aunque diferentes técnicos del ministerio de Transportes andaban por ahí, intentando averiguar las causas de la primera caída.
La contratación de este complejo tramo de ocho kilómetros y cuatro viaductos, entre Castro-Lamas y Noceda, se inicia en diciembre de 1996 y se adjudica en abril de 1997 por unos 90 millones de euros. 15.000 millones de las antiguas pesetas. La concesión de las obras fue para una UTE -Unión Temporal de Empresas- formada por Fomento de Construcciones y Contratas, FCC Construcción, emporio dirigido en aquellos años por las Koplowitz, y OCP Construcciones, del grupo ACS, capitaneado por Florentino Pérez.
O sea, dos de las empresas más importantes del país, marca España pura, unen sus fuerzas para llevar a cabo un trazado de carretera que no será precisamente alabado por futuras generaciones. Sí, ya sé que resulta ingenuo pedir que las cosas duren toda la vida, o al menos, 2.000 años como los viejos puentes romanos. Pero 90 millones de euros, 15.000 millones de pesetas, son muchos millones para que no se lleve a cabo un tramo de autovía honesto, que no solo haya servido para seguir engordando la saca.
Seguro que hay una explicación a los fallos estructurales. No cabe duda de que todo puente, viaducto o acueducto se deteriora con los años, el tránsito de vehículos pesados, o el efecto del viento. Por eso hay que inspeccionar y conservar lo construido de manera periódica. Sólo así este tipo de edificaciones podrán durar entre 60 y 100 años. Pero… ¿dónde están los tiempos del trabajo bien hecho? Mucho alabar el esfuerzo y la meritocracia, y cuando llega el momento de dar el do de pecho, los que han sido señalados por la diosa fortuna, no precisamente por su capacidad de sacrificio muestran sus trampas, sus frágiles costuras…y el ejemplo que deberían de dar se convierte en amarga pedorreta que nos sueltan a nuestra propia cara. Entonces te preguntas… ¿cómo han llegado a ser tan poderosos?
Mejor no hacer preguntas. Subámonos a nuestro automóvil y vayamos sin miedo a Galicia por la A-6. No nos quejemos si la gasolina está por las nubes, los del seguro de tu coche no responden, o el viaducto se resquebraja. Disfrutemos del paisaje quemado.