Hoy: 23 de noviembre de 2024
Un equipo de investigadores de la Universidad de Oviedo ha dirigido un estudio con resultados cruciales para entender el genoma de la medusa “inmortal” (Turritopsis dohrnii). En él, han identificado marcadores genéticos clave que hacen viable la renovación celular constante de esta medusa, evitando así su muerte “definitiva”.
La investigación se ha publicado en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences, poniendo el foco sobre esta pequeña medusa que puede encontrarse, aunque no muy fácilmente, en el Mediterráneo y en el Pacífico japonés. Esta medusa posee un ciclo vital peculiar, el cual ha sido el objetivo principal de la investigación. Evidentemente, se pueden morir por la gran cantidad de depredadores que tienen en el mar, pero después de reproducirse poseen la capacidad de transformarse a un estado anterior más joven, el estado pólipo. Aquí radica la singularidad de la Turritopsis dohrnii y la diferencia de la mayoría de los seres vivos que, tras su etapa reproductiva, empiezan a envejecer a nivel celular y tisular, desembocando en la muerte del organismo.
Tras la secuenciación del genoma de Turritopsis dohrnii y el uso de técnicas bioinformáticas para comparar los resultados junto con los de su homóloga “mortal” Turritopsis rubra, los científicos han podido definir los genes que muestran características diferentes en la medusa “inmortal”. Estos genes específicos se relacionan con el proceso del envejecimiento en humanos, como es la replicación y la reparación del ADN, el mantenimiento de los telómeros, la renovación de la población de células madre, la comunicación intercelular y la reducción del ambiente celular oxidativo.
Además, se han descrito los mecanismos por los cuales las células de esta medusa se pueden convertir en otro tipo de células que den lugar al nuevo organismo más joven. Estos cambios en la expresión génica de Turritopsis dohrnii, han descubierto señales de silenciamiento de ciertos genes mediados por la ruta bioquímica “Polycomb”, y el aumento de la expresión de genes involucrados en la vía de pluripotencia celular. Ambas rutas son claves en el ciclo de rejuvenecimiento de esta medusa.
No obstante, los resultados de esta investigación deben tratarse con sumo cuidado, ya que, aunque los genes estudiados se encuentran también en los humanos, evidentemente el organismo estudiado es muy diferente al del cuerpo humano, por lo que puede que no sea viable aplicarlos en personas.
Las perspectivas futuras del grupo de investigación son la realización de pruebas en otros organismos como modelos de ratón o de envejecimiento como el pez turquesa africano, antes de poder trasladar los resultados a humanos a largo plazo. Carlos López-Otín, catedrático de Bioquímica y Biología Molecular de la universidad asturiana, señala que “este trabajo no persigue la búsqueda de estrategias para lograr los sueños de inmortalidad humana que algunos anuncian, sino entender las claves y los límites de la fascinante plasticidad celular que permite que algunos organismos sean capaces de viajar atrás en el tiempo“.
“De este conocimiento esperamos encontrar mejores respuestas frente a las numerosas enfermedades asociadas al envejecimiento que hoy nos abruman”, añade el investigador en la nota de prensa difundida por la universidad asturiana.