Hoy: 23 de noviembre de 2024
Los secretos se llaman así porque son vivencias que se ocultan a la voracidad de los curiosos. Los profesionales de la psiquiatría, confesores, médicos o abogados, que albergan en su trabajo una abundancia de ellos, tienen la sabia costumbre de olvidarlos porque, de lo contrario, perjudicarían su memoria y se podría dañar lo recordado.
Sin embargo, soy amigo de traer a la conversación anécdotas que brillen por sí mismas, sin necesidad de que nadie pueda sentirse herido o señalado, como ésta, que a continuación relato:
En Buenos Aires es muy de gente bien tomar el té. Como los ingleses, a las cinco de la tarde. En España, por el contrario, es hora de toros, de clavar banderillas con la palabra sin dañar demasiado. Al invitado, con muchos años encima y caudal abundante, le propusieron, tras la segunda ronda de té, casamiento con una tía soltera de lastimosa presencia. Con elegancia de castellano viejo, respondió: “No merece esa señorita un hombre con tan poco gusto como yo. Ella necesitaría un señor de más refinado paladar”… Y la tercera taza se sirvió con otra cucharadita de azúcar.