Hoy: 28 de noviembre de 2024
Al cardenal de San Pablo Evaristo Arns le oí decir, con motivo de una descuidada y ajena opinión episcopal, que el Espíritu Santo, al que es tonto, no lo cambia y al que es malo, si el sujeto no contribuye, lo deja como estaba.
En los tiempos más duros del terrorismo etarra, es fácilmente visible que el obispo Juan María Uriarte, no se acercó demasiado a la luz Trinitaria. Sucedió en San Sebastián a monseñor Setién, que le dejó muy alto el listado de la indiferencia y el sectarismo.
Casi al final de su vida, Uriarte reconoció que “buscando la paz de todos, descuidó a las víctimas”… Cuesta trabajo comprender a quien luchaba por acercar a los asesinos de eta a las Vascongadas, llamándolos en numerosas ocasiones “presos políticos”. En 2017 fue galardonado con el premio Sabino Arana, cuya aceptación ya es un escalofrío de fanatismo e intransigencia.
Que todas las graves equivocaciones pastorales de monseñor Uriarte, Dios las haya tapado con algunas de sus, también reconocidas, buenas obras.
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