Hoy: 22 de noviembre de 2024
La farmacéutica, nutricionista, escritora y divulgadora conquense Marián García, conocida como ‘Boticaria García’, presenta su séptimo libro, Tu cerebro tiene hambre. En él desmonta las “mentiras” que el cerebro pergeña para engañar al estómago y reclamar más nutrientes de los necesarios. Además, abarca los cuatro tipos de hambre que pueden aparecer en el plano químico y hormonal.
En su nueva obra de divulgación, Boticaria García prepara el camino para dar forma a “un árbol de decisiones” para que los lectores aprendan a gestionar preguntas que surgen en momentos en los que el hambre aprieta.
García explica que el hambre tiene dentro de sus procesos la liberación de grelina en el estómago, “lo que hace que te rujan las tripas”. Y cuando la hormona llega al cerebro es el momento en el que este da la orden de comer.
Tras veinte minutos de ingesta de alimento, otra hormona, la leptina, se libera desde los adipocitos, las células grasas del cuerpo humano. Estas son las que piden dejar de comer y mandan el estímulo de estar saciado.
Sin embargo, después de este proceso, aparece otra hormona en situaciones de nerviosismo: el cortisol, “que corre por tus venas y libera grelina”. Una situación, en la que, a pesar de no tener hambre, se siente la necesidad de comer. Además, el estrés hace que se libere menos leptina, lo que mitiga la sensación de saciedad.
Otro condicionante que dificulta la saciedad es el hambre ambiental, que hace aparecer el antojo de palmera de chocolate “cuando ves a alguien comerse una palmera de chocolate”.
Aparte de estos factores, en momentos en los que los niveles de glucosa caen, surge el hambre ‘Dragón-Khan’. Es decir, “el cuerpo pide más azúcar”.
El póker de hambres planteado en el libro hace referencia al ‘hambre hormonal’, “cuando el adipocito está fastidiado y no funciona”. De esta forma, es incapaz de enviar correctamente la señal de saciedad.
Todos estos tipos de hambre pueden desarrollarse a la vez. Ante esta situación, Boticaria García invita al hambriento a hacerse “algunas preguntas”.
“Si tienes hambre te apetecerán lentejas, o un puré de patatas; pero si tienes hambre emocional, no quieres lentejas, tú lo que quieres es una tableta de chocolate”, detalla.
También es importante en este punto preguntarse por las sensaciones tras la ingesta de comida, explica Boticaria García. “Si tengo hambre de lentejas y como lentejas, me voy a sentir bien. Si yo tengo hambre de magdalena y me como dos bolsas, me voy a sentir culpable. Y todo esto nos da pistas”, aclara la farmacéutica.
Por eso, García plantea en su libro posibles soluciones para aplacar el hambre fuera de lugar. Así, ante uno de tipo “emocional”, apela a “buscar dopamina” con otros estímulos. Por ejemplo, la música, una conversación, el ejercicio físico y cualquier actividad que genere endorfinas y cambie el chip.
“La idea es distraer al cuerpo y darle esa dopamina, ese cariñito que busca. Igual que el adipocito engaña, de alguna manera tenemos que intentar engañarle a él”, afirma. En este sentido, señala como aliados en este proceso de engaño algunos alimentos saciantes, como los ricos en fibra.
En el libro, García dedica una parte a poner el foco en la genética para desmontar algunos de los mitos sobre su protagonismo en la causa.
“Los genes cargan la pistola, pero quien dispara el gatillo son los hábitos que tenemos. Aunque en tus genes esté escrito que tienes más predisposición a acumular grasa visceral, no es una profecía, y tú puedes tomar parte en esto”, indica.
En el proceso de pérdida de peso, el consejo de la farmacéutica es dar más protagonismo a la dieta que al ejercicio dentro de la balanza. Aunque “no hay que elegir entre papá y mamá”, ambos elementos “son claves”.
Para perder grasa, señala que “lo más importante es la dieta, porque haciendo ejercicio es muy difícil llegar al déficit calórico. Tendrías que hacer dos horas de ejercicio físico”.
Por otra parte, la nutricionista resta culpabilidad a la persona que no puede evitar caer en la tentación, ya que cuando el cerebro tiene hambre, la lucha se convierte en “David contra Goliat”. En este contexto, aconseja no dejar de lado el ejercicio físico y “darle cariño al miocito”, el “novio perfecto”.
“Nosotros queremos Tinder, dopamina de una noche, comer una hamburguesa… pero al músculo tenemos que darle amor, porque es el novio perfecto. No es tonto, y lo que quiere es amor todos los días”, remarca.
Parte de Tu cerebro tiene hambre dedica espacio a abordar cómo realizar una buena compra en el supermercado. Ya que “comer saludable no es caro”, si bien “comer mal es extremadamente barato”.
Con una oferta en los lineales donde “los bollos ultraprocesados son más baratos que la verdura”, se hace necesario conjugar la cesta de la compra con la subida de precios para dar con la tecla.
Con ese objetivo, sugiere “cosas básicas” como “legumbres, la proteína más barata y saludable”. En su preparación, recuerda que “no hace falta un puchero de tres horas”, ya que las de bote “son fantásticas”.
Además de todos estos consejos, García, alerta del auge de “tribus alimentarias” y pseudodivulgadores. “Una cosa es seguir a un divulgador, a un experto que da consejos basados en la evidencia; y otra seguir a una persona que arenga a una serie de masas para venderles lo que quiera”, advierte.
En esta línea, propone la creación de “comisiones deontológicas” que puedan revisar contenidos relacionados con la salud para evitar poner en peligro a esta.