Como escribía Baudelaire, se nos obliga a ser sublimes sin interrupción y eso es humanamente imposible a causa de los trastornos propios de la debilidad que nos asiste.
Juan Pablo II, con una extraordinaria y constante colaboración de Lech Wałęsa, acabó reduciendo al comunismo a una especie de mixta arbitrariedad. A Cuba fue con la intención de que Castro, su familia y bienhechores brindasen a los cubanos un acuerdo de libertades y supervivencia… Fuese y no hubo nada.
Ahora, el sucesor de aquellos que sigue siendo lo mismo, ha ido a Roma a encender de nuevo los candelabros de la propaganda. Cuarenta minutos hablando con el Pontífice. Fuese y sólo se llevó las fotos que quería.