Hoy: 23 de noviembre de 2024
Un ensayo clínico ha descubierto que los investigadores podrían usar la edición de genes CRISPR para alterar nuestras células inmunitarias y permitir que reconozcan las proteínas mutadas específicas que se dan en los diferentes tipos de tumores. Esta metodología resultaría mucho más segura que la quimioterapia y radioterapia, ya que las células se liberan de manera segura en el cuerpo para encontrar su objetivo y destruirlo.
Este primer ensayo combina dos líneas de investigación punteras en cáncer: la edición de genes para crear tratamientos personalizados y la ingeniería de células inmunitarias llamadas células T para atacar mejor los tumores. Esto se pudo estudiar en 16 personas con tumores sólidos, donde se incluían el de mama y colon.
“Probablemente sea la terapia más complicada jamás intentada en la clínica”, declara el coautor del estudio Antoni Ribas, investigador del cáncer y médico de la Universidad de California en Los Ángeles, para la revista Nature. “Estamos tratando de hacer un ejército con las propias células T de un paciente”.
El equipo de Ribas comenzó a secuenciar el ADN de las muestras de sangre y biopsias de tumores de los pacientes del estudio, para buscar diferentes mutaciones. Esto tiene que hacerse porque las mutaciones son diferentes para cada tipo de cáncer.
Posteriormente, los investigadores usaron algoritmos para predecir cuál de las mutaciones era capaz de provocar una respuesta de las células T, un tipo de glóbulo blanco que patrulla el cuerpo en busca de células “anormales”. Sin embargo, en los pacientes con cáncer que se ven en clínica, en algún momento el sistema inmunológico perdió la batalla y el tumor creció.
Después de una serie de análisis para confirmar sus hallazgos, diseñaron proteínas llamadas receptores de células T que son capaces de reconocer las mutaciones tumorales. Para ello, los investigadores tomaron muestras de sangre de cada participante y utilizaron la edición del genoma CRISPR para insertar los receptores.
Cada uno de los 16 participantes recibió células T diseñadas con hasta tres objetivos diferentes. Posteriormente, las células editadas se encontraron circulando en su sangre y estaban presentes en concentraciones más altas que las células no editadas cerca de los tumores. Un mes después del tratamiento, cinco de los participantes experimentaron una enfermedad estable, lo que significa que sus tumores no habían crecido.
Aunque la eficacia del tratamiento fue baja, los investigadores usaron dosis relativamente pequeñas de células T para establecer la seguridad del estudio, apuntaba Ribas. “Solo tenemos que atacar más fuerte la próxima vez”, señalaba.
Y a medida que los investigadores desarrollen formas de acelerar el desarrollo de las terapias, las células modificadas pasarán menos tiempo cultivándose fuera del cuerpo y podrían ser más activas cuando se infundan en el organismo. “La tecnología mejorará cada vez más“, apuestan los autores del artículo.
Referencia científica:
Foy, SP et al. Nature (2022)