Hoy: 22 de noviembre de 2024
Se había dado a la droga, al amor, a la ginebra y a todas esas cosas que por un instante fascinan. Se bebió de golpe la vida creyendo que llegaría antes que nadie al Paraíso.
Me lo encontré esa mañana sin alma, con la boca fría y el aliento envenenado. Serafín tenía 23 años y nos conocimos en el instituto donde yo di clase y algunos alumnos, como él, se quedaban adivinando el porvenir de las palabras. Le distinguí entonces por su rebeldía suave y su mirada penetrante, como cuchillo azul en una herida.
-Toma este anillo, me dijo, y acuérdate de mí cuando lo mires.
Una cabeza de Cristo coronaba la blanca redondez de la plata. Y me dijo adiós besándome la mano, sin levantarse.