Hoy: 21 de noviembre de 2024
La señora de Perón, doña Eva, mitificada por muchos argentinos como Evita, gozaba de un carisma singular, de una belleza fina y de un resentimiento escondido debajo de las joyas. Podría decirse que fue la gran protagonista del populismo moderno: envuelta en abrigos de visón clamaba para que tuvieran camisa sus descamisados. Ella, con su esposo, vivían en la Residencia Presidencial de Olivos, que es como un Galapagar majestuoso.
Sus documentos y sus voces aflautadas de plañidera desde el balcón de la Casa Rosada, testifican un desprecio radical a los ricos, en cuyas fábricas se presentaba para “robarles” parte de su producción y dársela a los pobres. Eso hizo en una legendaria marca de máquinas de coser, confiscando lo que ella creyó oportuno, y colocando el artefacto en muchas de las “villas miseria”, que ni siquiera tenían ropa para un pespunte: ¡Todos a coser!, fue la consigna que corrió de boca en boca por el Gran Buenos Aires. A Eva Perón la adoraban. La siguen adorando.
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