El Rey Balduino de los Belgas conocía muy bien el mandato bíblico de “Obedecer a Dios antes que a los hombres”, cuando los hombres mandan lo que es contrario a Dios y, en conciencia, uno ha elegido esa fe para vivir.
El Rey buscó con su pueblo una fórmula legal que le permitiese “abdicación transitoria” porque no estaba dispuesto a sancionar la ley del aborto que acababa de aprobar su Gobierno y había de ratificarse con su firma. En abril de 1990 dejó libre el Trono treinta y seis horas, convencido de que lo iban a respetar. Y así fue. Pudo haber perdido la Corona, pero supo colocar los honores humanos en su sitio y demostrar que siempre es más pequeña cualquier grandeza que ir en contra de uno mismo.
En España somos especialistas en fabricarnos un Dios de bolsillo que esté siempre a nuestro lado dándonos la razón. Más que acomodarnos a Dios, hacemos que Dios se acomode a nosotros y si no, nos declaramos independientes, que siempre habrá alguien que se deje comprar y lo suscriba. Luego se publica en el BOE y santas pascuas… ¡“Cosas veredes”!