Quiero ser flamenco, ¿por dónde empiezo?

13 de octubre de 2025
4 minutos de lectura
El baile (1915), de Joaquín Sorolla. | Museo Sorolla/Wikimedia Commons

«Cualquiera que intente definir qué es el flamenco, sin adjetivarlo, no estará hablando de nada más que de lo que él o ella imagina»

PEDRO ORDÓÑEZ ESLAVA

Es altamente probable que si viaja a cualquier parte del mundo y dice que es de España, alguien le endose un sonoro “¡olé!”. Y no será por casualidad. Ese ole tiene un origen muy conocido. Ya sea de nuestro interés o no, el flamenco es sin duda el valor cultural más exportado de España, con permiso de Julio Iglesias y la tortilla de patatas –con o sin cebolla–.

Y es que más allá del estereotipo que acabo de describir, el primer canon flamenco, descrito allá por 1881, se dio en medio de una oleada de viajeros y curiosos de diverso pelaje que buscaban, sobre todo en Andalucía, el exotismo alhambrista y su idealización nostálgica, el fervor romántico y la sensualidad de una vida despreocupada y flemática –cosa que, lejos de haberse superado, todavía explota la publicidad de la cerveza Cruzcampo–.

Cartel de Ramon Casas para el espectáculo ‘Pequeña fiesta flamenca ofrecida a Vincent d’Indy por sus amigos y admiradores’. Barcelona, 1898. Centre de Documentació i Museu de les Arts Escèniques

En esos años se construye una imagen idealizada de un sur abierto, descuidado, disfrutón y sin ataduras, bohemio y racial, una alternativa –sin salir del continente– a la vida ocupada y angustiosa en el norte. Y el flamenco emerge como la expresión que fagocita toda la cultura popular y todo aquello que se lo ponga por delante.

Nuestro, vuestro

Desde ese momento a finales del siglo XIX, lo flamenco ha vivido un fenómeno progresivo de patrimonialización y promoción exterior; ha sido instrumentalizado hasta la exageración, primero por la dictadura franquista –a partir de los tablaos, que nacieron como entretenimiento para los soldados americanos de las bases recién instaladas en nuestro país– y después por el propio régimen autonómico andaluz y su reivindicación como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad.

Sin embargo, y perdón por la autocita de mi Apología de lo Impuro:

“No hay manera de saber a qué nos referimos si la denominación (de flamenco) no viene acompañada por algún adjetivo que amplíe su descripción y nos aclare de qué estamos hablando. Cualquiera que intente definir qué es el flamenco, sin adjetivarlo, no estará hablando de nada más que de lo que él o ella imagina, de sus pasiones y fobias, de lo que anhela o recuerda y de lo que pretende imponer como su definición personal y, en este caso sí, transferible”.

Apuntes para casa

Si es usted de quienes necesitan una información sistemática para comenzar a empaparse de esto que podemos llamar flamenco, debe visitar las imprescindibles páginas web Flamencópolis, de Faustino Núñez, y Flamencas por derecho, de Ángeles Cruzado.

También es bueno realizar el MOOC (curso en línea) gratuito que lanza cada pocos meses la Universidad de Granada y leer todo lo que pase por sus manos escrito por Cristina CrucesGuillermo Castro o Fernando López Rodríguez, entre otrxs compañerxs y amigxs que dedican su vida a investigar una práctica artística tan efímera y fugaz como compleja y exuberante de matices, detalles e inflexiones.

Y tan exuberante es que sin duda comenzará a apreciarlo cuando lo vea en vivo. En serio. Más allá del tufillo a atracción turística que desprenden algunos lugares, el flamenco es ante todo un arte escénico. Gana enteros cuando lo podemos disfrutar y sentir en nuestras propias carnes: el cante duele y entusiasma, el baile nos fulmina, la guitarra –y toda la instrumentación que hoy se puede encontrar en un espectáculo flamenco, incluida la electrónica– nos traslada a territorios verdaderamente inexplorados.

‘Café cantante’, del fotógrafo Emilio Beauchy, Sevilla (España), circa 1888. CARLOS TEIXIDOR CADENAS/Wikimedia Commons

También puede comenzar por los tangos flamencos, un cante de ritmo binario, sencillo de comprender y atractivo de cantar. Si es guitarrista, sabrá rápidamente que su compás se lleva casi solo y que invita a bailar a todo aquel que lo oye. Como el agua que fluye, podrá sentir que el flamenco le guía también por las alegrías y por las penas, por la tragedia y por la fiesta.

Poco a poco verá que lo que podía parecer algo ajeno, rancio y conservador se convierte en un torrente de emociones que le interpelan de manera profundamente humana.

Otro mundo es posible

Si indaga un poco más, verá que el flamenco es en realidad una maravillosa mezcla de poesía, música y baile, rabia, memoria, protesta y reivindicación de las fatigas que han pasado aquellos que más han sufrido históricamente: gitanos, afrodescendientes, mujeres, población LGTBIQA+, comunidades y colectivos injustamente marginados que, tal y como ocurre con el blues, echaron mano de sus músicas para ganarse la vida.

También podrá comprobar que el flamenco es una herramienta poderosa que le habla directamente a aquellos que ostentan el poder para dejar claro que otro mundo es posible –como bien reclaman las propuestas de artistas como Los Voluble y Raúl Cantizano o el colectivo Flo 6×8–. Y que, en realidad y aunque pueda parecer imposible, lo flamenco está al alcance de cualquiera con ganas de vivir y expresar lo que lleva dentro, como bien reivindica José Galán con su flamenco inclusivo.

flo6x8: Bankia, pulmones y branquias (bulerías)

Quizás, y como decía Enrique Morente, la humanidad sea patrimonio del flamenco. Así que puede proclamar “soy flamenco/a” y gritar un sonoro ¡ole! –pero sin tilde en la “e”, por favor, que no queremos torturar a nadie como ocurre en los toros–.

Pedro Ordóñez Eslava. Profesor Titular de Historia y Ciencias de la Música. Director de la Cátedra de Flamenco de la Universidad de Granada, Universidad de Granada

Responder

Your email address will not be published.

No olvides...

¿Cómo es el nuevo ‘Frankenstein’ de Guillermo de Toro?

La criatura sintetiza su esencia en frases como: "Mi creador contó su historia. Yo contaré la mía"…

Disfraces para hombre que triunfan en Halloween

El Señor Potato es una alternativa creativa y muy divertida que garantiza risas toda la noche…
La REA repulsa las críticas de García Montero al director de la institución

La Academia de la Lengua repulsa la «agresión» del poeta García Montero al director de la institución

La declaración ha sido aprobada por unanimidad por el pleno de la RAE, reunido en Madrid, que lamenta las declaraciones…
El histórico Café Gijón, símbolo de la vida cultural de Madrid, reabrirá en enero tras su restauración

El histórico Café Gijón, símbolo de la vida cultural de Madrid, reabrirá en enero tras su restauración

Fundado en 1888, por este establecimiento han pasado generaciones de escritores y fue escenario de las célebres tertulias literarias…