Hoy: 30 de diciembre de 2024
No hace demasiado empezamos a hablar de la piratería más allá de los parches en el ojo, las manos de garfio y las botellas de ron, aunque la esencia seguía siendo la misma: acceder a contenidos de manera ilegal. Algo que se ha visto acentuado con Internet y los contenidos digitales, que hacen mucho más fácil la copia y amplifica la distribución. La revista “¡Hola!” lo sabe bien.
La publicación tenía toda una estrategia diseñada en torno a la boda de Tamara Falcó e Iñigo Onieva, uno de los eventos del corazón que mayor interés ha despertado en los últimos meses y sobre los que tenía los derechos de comunicación en exclusiva. Todo el mundo quería un ejemplar de la revista, que había ampliado su tirada en previsión del crecimiento de ventas. Y así fue el primer día, el lunes. Pero el martes las ventas cayeron significativamente. La razón: un PDF difundido a través de WhatsApp que ha llegado a la mayor parte de los móviles del país.
La cabecera ha anunciado su intención de tomar medidas legales y denunciar ante la filial española del gigante tecnológico Meta, responsable de la red de mensajería instantánea, alegando que se están violando sus derechos de propiedad intelectual. Aunque todo indica que tiene pocas probabilidades de conseguir nada que pueda resarcir el daño económico que esta masiva difusión no autorizada del contenido de su último número ha tenido.
Pero este no es el único caso. El porcentaje de accesos a páginas webs ilícitas de contenido editorial ha aumentado en un 59,14% en el año 2022, según se desprende del Observatorio de la Sostenibilidad de la Cultura Escrita (‘www.observatorioculturaescrita.org’), una iniciativa del sector editorial representado por Cedro.
Según informa Europa Press, Cedro ha presentado este análisis del sector editorial para “tomar el pulso de la situación de la propiedad intelectual de la cultura escrita y compararla con la situación en Europa”, tal y como ha remarcado la presidenta de esta asociación, Carme Riera.
El informe se presenta justo unos días después de que la revista “¡Hola!” haya sufrido el mayor caso de pirateo a través de la plataforma de WhatsApp, algo que el director jurídico de Cedro, Javier Díaz, ha calificado como un “ejemplo claro de ilicitud y robo de contenidos”.
“El tema de las grandes plataformas plantea problemas técnicos indudables, porque ellas históricamente han mantenido una postura en la que la responsabilidad es del particular que intercambia estos contenidos, no suya”, ha alertado el experto. Sin embargo, asegura que en Europa ya se ha “dado un paso adelante” para cambiar esta situación legal.
“Hay que intentar utilizar los mecanismos que tenemos en cada caso para terminar con este robo de contenidos y con la impunidad con la que estas plataformas han actuado en el pasado. Hay una tendencia social y legislativa para acabar con el avasallamiento que estas plataformas realizan y hay instrumentos legales”, ha añadido.
En lo que respecta al informe, Héctor Jiménez, de Qbo, ha expuesto que el desarrollo tecnológico ha supuesto un incremento de la piratería de contenidos editoriales, “que no ha parado de crecer desde el año 2017”. Así, el 27,5 % de los accesos a páginas web ilícitas son de contenido editorial.
Además, otro de los datos que ha destacado es que los internautas hispanohablantes acceden un 15% más a páginas ilícitas de contenidos editoriales que el resto de los usuarios de otros países.
Asimismo, Jiménez ha expuesto que el robo de contenidos editoriales está motivado por un factor cultural y que no está condicionado por razones económicas, ya que los países con mayor índice de desarrollo cultural “registran mayor robo de contenidos editoriales”.
“Los factores de comportamiento que explican esto son que los usuarios no saben identificar que los contenidos que están adquiriendo son ilícitos y, por otro lado, que se produce una disonancia cognitiva, puesto que los usuarios saben que el robo de contenidos está mal, pero lo hacen por una cuestión práctica”, ha añadido el experto.
Como se desprende del informe de Qbo del que informa Europa Press, el robo de contenidos editoriales tiene implicaciones para la sostenibilidad de esta industria, teniendo un impacto en la huella de carbono y comprometen la seguridad jurídica de aquellas empresas o entidades que no cuenten con la autorización necesaria para reutilizar contenidos editoriales de forma legal.
La presidenta de CEDRO ha asegurado que la evolución tecnológica está llevando a que la reutilización de las obras, a través por ejemplo de la inteligencia artificial generativa, sea cada vez más demandada y “abre un mundo de posibilidades”. “Esperemos que nos permita ver en la tecnología un aliado y no un patrón sin ética ni valores ni escrúpulos”, ha alertado Riera.
Otro de los puntos del informe ha sido abordado por el profesor Julio Cerviño, remarcando que los titulares del sector editorial español facilitan la reutilización de sus obras (fotocopia, digitalización, comunicación pública, distribución, reproducción, compartición), con “un precio asequible para su uso”.
“Existe una baja concienciación sobre la necesidad de remunerar a los autores y editores de la cultura escrita por la reutilización de contenidos. La remuneración obtenida por el sector editorial en otros países europeos es tres veces mayor a la de los españoles”, ha afirmado el experto.
Para combatir todo esto se reclama, entre otras cuestiones, un organismo de la Administración con facultades y recursos para llevar a cabo la supervisión y control del cumplimiento de la normativa de Propiedad Intelectual o nuevas medidas legislativas dirigidas a la lucha contra la piratería.