Sentado de noche en su silla de playa esperando que picase algún pez, entre la oscuridad irrumpió del mar, justo a su lado, una enorme lancha cargada con 300 kilos de droga. Se desató entonces un doloroso absurdo del que Tomás aún
A las agujas del reloj les cuesta detenerse en las horas felices. A ratos, conseguimos una anchura de gozos en el alma pero, como no estamos acostumbrados, desconfiamos de que no sean otra cosa que espejismos. La felicidad, aseguraba don Antonio Machado con su bondad acostumbrada,
El DUENDE apela a la máxima del poeta sevillano Machado: "El español desprecia cuanto ignora". "Y aquí", señala, “todo lo hemos aprendido a medias, según el tamiz agrietado de los que, en cada legislatura, cambian las leyes de enseñanza".