La escritora danesa presenta en la Feria del Libro de Madrid su obra, ‘Los empleados’, donde una serie de circunstancias hacen que sus protagonistas cuestionen su sistema laboral, sus relaciones sociales y sus roles sexuales
Este viernes, en la Feria del Libro de Madrid, la escritora danesa Olga Ravn (Copenhague, 1986) presentó su obra, Los empleados (Anagrama). Esta historia se desarrolla en una nave que orbita en el planeta Reciente Descubrimiento. En su tripulación hay humanos y humanoides, los nacidos y los fabricados. Y unos objetos harán que ambas partes se cuestionen sus roles.
Tras descubrir esos objetos en el planeta que orbitan, e introducirlos en la nave, se preguntan sobre la misión que emprenden y el sistema del que forman parte. Dudas que plantean entre un conjunto de extraños sucesos, de los que dan testimonio ante una comisión. Ante el complejo panorama, esta y la tripulación tendrán que tomar decisiones drásticas.
Temas como el orden, el sistema laboral, la explotación dentro de este, el control, las relaciones sociales y los roles sexuales son las claves de esta obra, que invita al lector a reflexionar sobre la esencia humana.
La autora explica que la obra se desarrolla en un lugar imaginario, ya que este es “una crítica en sí misma”. Justifica que no podría cuestionar las condiciones de trabajo de una forma realista. “Todas las formas literarias llevan implícitas una ideología. Y en una novela realista, todo se basa en la idea de lo racional, no hay nada fuera de lo ordinario”. Por eso, se decanta por un escenario inexistente, que da más libertad para jugar con el lenguaje.
Ampliar el concepto del trabajo
Dentro del argumento de la obra, Ravn prioriza el grupo sobre el individuo. De ahí, que critique la separación de la vida familiar privada del trabajo. Cuando, precisamente, este consiste en “acciones valiosas, como cuidar de la gente y de la tierra”, afirma. “El trabajo no es solo el sistema financiero. Valoramos unos oficios por encima de otros de manera artificial”, señala.
En definitiva, la escritora aboga por ampliar la noción del mundo laboral, más allá de lo remunerado. “No hay familia sin un lugar de trabajo”, subraya.
Por otra parte, Ravn también destaca que la jerarquía demuestra lo artificial que es una sociedad. “Necesitamos saber quién pertenece a dónde. Creamos demasiadas categorías”, critica. Esta idea está muy bien reflejada en su libro, donde hace esa alegoría a la élite, interesada en distinguirnos y etiquetarnos para controlarnos.
A medida que la obra va avanzando, la hipotética superioridad de los humanos sobre los humanoides queda en tela de juicio. Los objetos extraños que han descubierto hacen sentir a los primeros nostalgia hacia su vida en la Tierra. Con la presión añadida de que tienen más que perder que ganar. Un aspecto del que empieza a ser consciente el otro grupo de la nave, que empieza anhelar los privilegios que tienen sus semejantes de carne y hueso. Al fin y al cabo, esa división entre ambos sectores es interés de la empresa que organiza la misión espacial.
Ante eso, Ravn nos invita a reflexionar sobre nosotros mismos para buscar la esencia de la naturaleza. Básicamente, lo que nos hace realmente humanos.