Al funeral de Estado de la reina han acudido dignatarios de todo el mundo: más de 500 jefes de Estado y autoridades
Eran las 10:44 hora local, (11:44 hora española) cuando el Rey Carlos III y sus hijos Guillermo y Enrique, llegaban a Westminster Hall. Allí estaba instalada la capilla ardiente de Isabel II. Durante cuatro días 1 millón de ciudadanos habían desfilado ante el féretro para despedir a la monarca. Desde allí fue transportado a hombros hasta un armón que lo acercaría hasta la abadía. Fueron, apenas, unos 200 metros. Esta labor fue encomendada a 142 marineros de la Royal Navy. La Marina Real británica.
En el interior de la abadía ya esperaban en sus asientos 2.000 invitados junto con mandatarios internacionales, incluidos los miembros del Gobierno Británico. La primera ministra Liz Truss y ex primeros ministros como Tony Blair, Boris Johnson, Theresa May, David Cameron, Gordon Brown o John Major, así como parlamentarios, miembros del poder judicial y representantes de las instituciones civiles.
Las principales familias reales europeas también han estado presentes
Tal y como se esperaba después de que el Reino Unido cursara las invitaciones pertinentes, los miembros de las principales familias reales europeas han asistido al funeral de Isabel II. Entre ellos, los reyes de España, Felipe VI y Letizia -junto con los reyes eméritos, Juan Carlos I y doña Sofía- los monarcas de Bélgica, Felipe y Matilde, así como los reyes de Países Bajos, Noruega, Suecia, Dinamarca y Mónaco.
También ha estado en Londres el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, quien ha llegado a Westminster en su coche acorazado conocido como “La Bestia”. Un hecho insólito puesto que la gran mayoría de dignatarios han acudido en los buses que ha fletado el Reino Unido para acceder al acto previo al sepelio. También han estado presentes el presidente de Francia, Emmanuel Macron, el de Alemania, Frank-Walter Steinmeier, el italiano, Sergio Mattarella, y la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen.
En cuanto a los representantes de los países asiáticos, los emperadores de Japón, Naruhito y Masako, partieron el sábado hacia el Reino Unido, en el que ha supuesto su primer viaje al extranjero desde que ascendieron al trono, en 2019. Por su parte, China ha enviado a su vicepresidente Wang Qishan.
Comenzaba a partir de ahí el cortejo fúnebre que llevaría el féretro de la monarca hasta el Arco de Wellington, un largo recorrido por el centro de Londres. Sobre el ataúd, transportado por el armón militar, reposaban la Corona de Estado, el Orbe y el Cetro Imperial. Sobre una corona de flores, una nota personal del rey Carlos III. “In loving and devoted memory. Charles R.” (En recuerdo amoroso y devoto. Carlos Rey).
Más de 3.000 militares han participado en el funeral de Estado. Con uniforme de gala Carlos III y sus hermanos (Ana y Eduardo), han desfilado detrás del armón militar y el féretro, mientras recorría las calles de Londres. La reina consorte, Camila, junto a Catalina, la princesa de Gales, ha seguido al cortejo a bordo de un Rolls Royce de la casa real.
Miles de ciudadanos londinenses se agolpaban en las aceras para ofrecer sus respetos y dar el último adios a la monarca. Muchos de ellos habían pasado la noche apostados en las aceras que ahora ocupaban para ver pasar a su reina. Un silencio sepulcral, solo roto por las marchas militares fúnebres y el sonido de los tambores marcando el paso lento del cortejo ha acompañado a Isabel II hasta el Arco de Wellington.
Entre todos los cuerpos militares que han formado parte del cortejo destacaban miembros de la Policía Montada del Canadá, uno de los países más relevantes de la Commonwealth, cuya Jefa de Estado fue Isabel II y ahora lo es Carlos III. Detrás de ellos, miembros del Servicio Nacional de Salud (NHS, en sus siglas en inglés), una de las instituciones más veneradas por la ciudadanía británica. El Big Ben ha acompañado el recorrido durante toda la mañana al ritmo de una campañada cada 96 segundos, como homenaje a la edad de la reina en el momento de su fallecimiento y una por cada uno de los años de Isabel II.
Otra ceremonia más íntima en honor a Isabel II en el Castillo de Windsor
A paso lento y acompañada de marchas fúnebres la procesión se ha trasladado hasta el Arco de Wellington. El cortejo ha tardado cerca de hora y media. Allí el féretro ha sido trasladado a un coche fúnebre que se acercó hasta un par de kilómetros de las puertas del Castillo de Windsor. El resto en lenta comitiva.
Allí en la capilla de San Jorge se ha celebrado un servicio religioso público definitivo, al que Carlos III ha invitado a los reyes de España. Ha acudido también doña Sofía, pero el rey emérito, junto con la reina Letizia, han declinado la invitación. Por un lado, don Juan Carlos tomó un avión para regresar a Abu Dhabi (Emiratos Árabes Unidos). Hay que recordar que tras el fallecimiento de Isabel II, Juan Carlos I es el monarca -emérito- más longevo actualmente. Por otro lado, doña Letizia se reunirá en Nueva York (Estados Unidos) con la primera dama del país, Jill Biden.
A última hora de la tarde, la familia real británica tuvo su propia ceremonia de despedida, en el propio Castillo de Windsor -mucho más ‘íntima’ que el funeral celebrado en la Abadía de Westminster- a la reina, la madre, la abuela y la bisabuela de todos ellos. Carlos III ha sido el encargado de esparcir sobre el ataúd el primer puñado de tierra, antes de que Isabel II reposara finalmente junto a su esposo, Felipe de Edimburgo, fallecido el año pasado.