Hoy: 23 de noviembre de 2024
El pasado 12 de agosto, la prensa se hizo eco por el pero dato inflacionario arrojado por el Instituto Nacional de Estadística (INE) desde 1984: el octavo mes había concluido con una tasa de inflación de un 10,8%. Este martes, el informe mensual de la inflación anuncia una reducción de tres décimas, es decir, que la tasa se situaría en un 10,5%.
Aunque ello implique una mejora con respecto al mes anterior, la Unión Europea continúa calificando estos datos de “desesperanzadores” y lamenta la persistencia de los precios altos. El último índice de precios al consumo (IPC), que mide los precios en base a una cesta de la compra promedio, ha constatado que la inflación ya no solo se limita a electricidad o hidrocarburos sino que se ha extendido al resto de productos básicos.
Si se observa el informe desglosado, se puede comprobar que la inflación subyacente -obtenida sin tener en cuenta alimentos ni energía- ha subido del 6,1% alcanzado en julio a un 6,4%, de lo que se infiere que otra variable diferente a las dos mencionadas es responsable del nuevo incremento.
Se trata de la electricidad. La economía doméstica se ha encarecido con motivo de los cortes de suministro gasístico de Rusia al resto de Europa. El INE asegura que la factura eléctrica está un 61% más cara que hace un año y al menos un 16% más cara que el mes pasado.
Los alimentos, por su parte, tampoco han reducido sus precios. El pan, los cereales, las legumbres, las hortalizas y la carne acarician un aumento de al menos un 20%, mientras que el aceite rebasa este porcentaje y se ubica en un 24%. En líneas generales, Estadística advierte de que el sector alimenticio ha encarecido su producción un 14% con respecto a julio.
Por tanto, ¿de dónde procede la caída en tres décimas? Todo apunta al abaratamiento del sector de la automoción, con el combustible como principal protagonista. La gasolina ha visto su precio mermado un 11% y, el diésel, un 6%.