Hoy: 23 de noviembre de 2024
Dos estudios llevados a cabo por AstraZeneca en España muestran cómo la incidencia de la insuficiencia cardiaca (IC), que se estima en 3,2 por 1.000 personas al año, aumentó en el periodo de estudio. Mientras que los altos costes sanitarios para tratarla disminuyeron un 50% desde 2013 hasta 2019.
“Aunque la carga económica de la IC disminuyó con el tiempo desde el diagnóstico, sigue siendo sustancial. Incluyendo costes sanitarios directos como hospitalizaciones y atención ambulatoria, y costes indirectos. En particular, pérdida de productividad laboral”, afirma el doctor Juan F. Delgado, del Servicio de Cardiología del Hospital Universitario 12 de Octubre.
Las historias analizadas pertenecían a pacientes con IC de nuevo diagnóstico que fueron estratificados por subgrupo de fracción de eyección. Una forma de estudiar los factores asociados con la hospitalización y muerte por IC, así como la evolución del tratamiento. Y para poder determinar la carga de la enfermedad y su evolución de forma global y por fenotipo.
Los investigadores observaron que los pacientes con IC son de mayor edad. Especialmente, los pacientes con IC con fracción de eyección preservada (ICFEp) y con fracción de eyección ligeramente reducida (ICFElr), que eran sobre todo mujeres.
“Hemos observado que las comorbilidades más frecuentes en los pacientes eran hipertensión, enfermedad coronaria, fibrilación auricular, diabetes tipo 2 y enfermedad renal crónica”, apunta el doctor.
Además, estos pacientes tienen un alto riesgo de eventos adversos, que incluyen infarto de miocardio, accidente cerebrovascular y, particularmente, eventos adversos cardiovasculares mayores (MACE). Cuyas tasas fueron más altas en pacientes con fracción de eyección reducida (ICFEr). Estos también tenían una mayor prevalencia de diabetes tipo 2, enfermedad renal crónica, enfermedad coronaria, ictus y enfermedad arterial periférica.
“El infarto de miocardio es una causa importante de insuficiencia cardiaca, en particular de la ICFEr. Y cuando el síndrome coronario agudo se complica con insuficiencia cardiaca, el riesgo de eventos cardiovasculares adversos recurrentes aumenta notablemente”, afirma el doctor Delgado.
Se prevé que la prevalencia de la insuficiencia cardiaca aumentará en los próximos años debido al envejecimiento de la población y a la supervivencia de los pacientes con IC más tiempo. Un fenómeno que es resultado de mejores opciones de tratamiento.
En este contexto, el inicio precoz de un tratamiento de la IC es importante para disminuir la carga global de la enfermedad. “Hay mucho margen para mejorar la proporción de pacientes que están recibiendo medicamentos modificadores de la IC. Lo que se traduciría en una fuerte reducción de la carga de IC”, explica el doctor.
También es fundamental la mejora en la coordinación entre los distintos niveles asistenciales. Esto facilitaría la optimización del tratamiento, la disminución de periodos de discapacidad que contribuyen al absentismo laboral y la mejora de la adherencia al tratamiento. Esta se asocia a una reducción de los costes sanitarios. En cambio, retrasar el tratamiento se relaciona con un mayor riesgo de acontecimientos no deseados y a un aumento de los costes sanitarios.
“Los médicos generalistas desempeñan un papel clave en el diagnóstico y el tratamiento crónico de los pacientes con IC. Nuestro estudio mostró que el número medio de visitas por paciente a la medicina general relacionadas con la IC era superior al de las visitas al especialista. Lo que ofrecía más oportunidades de seguimiento y tratamiento”, subraya el clínico. “Una mejor coordinación entre los distintos niveles asistenciales reduce no solo la hospitalización, sino también la mortalidad entre los pacientes con IC”, añade.
Los costes sanitarios y la duración de las estancias hospitalarias varían según el fenotipo. Los costes sanitarios globales y relacionados con la IC por paciente fueron mayores en los pacientes con ICFEr que en los pacientes con ICFEp. Con valores intermedios para los pacientes con ICFElr.
Además, el uso de recursos sanitarios globales y relacionados con la IC y los costes por paciente fueron mayores en los pacientes con ICFEr en comparación con otros subtipos. Esto se debe a que el uso de procedimientos diagnósticos y terapéuticos invasivos es más frecuente en pacientes con ICFEr.
Las tasas de hospitalización por IC fueron particularmente altas y representan un punto de inflexión en la evolución de los pacientes con IC. Aumentan notablemente el riesgo de complicaciones posteriores.
La duración de las estancias hospitalarias fue mayor en los pacientes con ICFEr que en los que tenían ICFEp, con valores intermedios para los pacientes con ICFElr. Del mismo modo, las bajas laborales fueron más frecuentes en el caso de pacientes con ICFEr que en los que presentaban ICFEp.
Los datos mostraron que, en España, la carga económica de los pacientes con IC fue elevada. Aunque se observó una marcada disminución en el uso de recursos sanitarios durante el periodo de seguimiento. Sobre todo, en el caso de las hospitalizaciones por IC, que pasaron de 61,7 a 15,7 por 100 personas al año.
Parte de este descenso puede deberse a un sesgo de supervivencia. Donde los pacientes menos enfermos que utilizan menos recursos sobreviven más tiempo que los más enfermos o con un retraso en la atención o el diagnóstico.
“Hay otros factores que pueden contribuir a esta tendencia, como el aumento del conocimiento de la enfermedad o la reciente disponibilidad de nuevos tratamientos más eficaces. Lo que ha permitido mejorar el diagnóstico precoz y el inicio del tratamiento de la IC”, afirma el doctor Delgado.
“Aún queda mucho margen de mejora. Debemos seguir incidiendo en la importancia de la identificación y el tratamiento de los pacientes con IC en una fase temprana de la progresión de la enfermedad. Para reducir así las hospitalizaciones”, concluye.