Hoy: 23 de noviembre de 2024
El primate más grande de la historia se extinguió entre hace 295.000 y 215.000 años, incapaz de adaptar sus gustos alimentarios y sus comportamientos a los cambios en el clima. Es lo que arrojan nuevas evidencias obtenidas en las llanuras kársticas del sur de China, donde vivió el Gigantopithcus blacki, un simio de tres metros de altura y un peso de 250 kilos. En torno a 2.000 dientes fosilizados y cuatro mandíbulas han perdurado como únicos signos de su existencia. La revista Nature ha publicado el estudio.
“La historia de G. blacki es un enigma en paleontología: ¿cómo pudo una criatura tan poderosa extinguirse en un momento en que otros primates se estaban adaptando y sobreviviendo? La causa no resuelta de su desaparición se ha convertido en el Santo Grial en esta disciplina”, señala el coautor principal, Yingqi Zhang. Este paleontólogo es profesor del Instituto de Paleontología y Paleoantropología de Vertebrados de la Academia China de Ciencias (IVPP).
“El IVPP ha estado excavando en busca de evidencia de G. blacki en esta región durante más de 10 años, pero sin una datación sólida y un análisis ambiental consistente. La causa de su extinción se nos había escapado”, explica Zhang.
La evidencia definitiva que revela la historia de la extinción del primate gigante proviene de un proyecto a gran escala. Este trabajo recopila pruebas de 22 sitios de cuevas repartidas en la provincia china de Guangxi. Y la base de este estudio es la datación.
“Es una gran hazaña presentar una causa definida para la extinción de una especie, pero establecer el momento exacto en que una especie desaparece del registro fósil nos da un plazo objetivo para una reconstrucción ambiental y una evaluación del comportamiento”, asegura otra coautora principal, Kira Westaway. Esta geocronóloga es profesora de la Universidad Macquarie de Sídney. “Sin una datación sólida, simplemente se buscan pistas en los lugares equivocados”, añade. Además de esta, otras universidades australianas contribuyeron al proyecto. Como la Southern Cross, la de Wollongong y la de Queensland.
Durante la investigación, los expertos aplicaron seis técnicas de datación diferentes a los sedimentos y fósiles de la cueva. La datación por luminiscencia, que mide una señal sensible a la luz encontrada en los sedimentos funerarios que encerraban los fósiles de G. blacki, fue la técnica principal. Respaldada por series de uranio (US) y resonancia de espín electrónico (US-ESR) de la datación de sus dientes.
“Al fechar directamente los restos fósiles, confirmamos que su edad se alinea con la secuencia de luminiscencia en los sedimentos donde fueron encontrados. Lo que nos brinda una cronología completa y confiable para la extinción de G. blacki”, dice el profesor asociado Renaud Joannes-Boyau, geocronólogo de la Universidad Southern Cross.
Con análisis detallados de polen, reconstrucciones de fauna, análisis de isótopos estables de los dientes y un estudio profundo de los sedimentos de la cueva a nivel micro, el equipo estableció las condiciones ambientales favorables a la extinción del primate.
Después, con oligoelementos y análisis de textura de microdesgaste dental (DMTA) de los dientes de los simios, el equipo modeló el comportamiento de G. blacki en su apogeo. Y lo comparó con el que tuvo durante su desaparición.
“Los dientes proporcionan una visión asombrosa del comportamiento de las especies, lo que indica estrés, diversidad de fuentes de alimentos y comportamientos repetidos”, afirma Joannes-Boyau.
Por su parte, los orangutanes de género Pongo adaptaron su tamaño, comportamiento y preferencias de hábitat ante los cambios medioambientales. En comparación a esta especie, su pariente cercano, G. blacki, dependía de una fuente de comida menos nutritiva cuando sus preferencias no estaban disponibles. Un factor que limitaba la diversidad de sus alimentos.
“G. blacki era el especialista definitivo, en comparación con los adaptadores más ágiles como los orangutanes, y esto finalmente llevó a su desaparición”, indica Zhang. Y Westaway destaca que su extinción fue un camino gradual, no un suceso abrupto.