Dina Boluarte se enfrenta a una legislatura agitada para lograr apoyos tras el encarcelamiento de Pedro Castillo a raíz del golpe de Estado
El pasado miércoles, Pedro Castillo, el ahora expresidente de Perú, fue detenido por cargos de rebelión después de disolver el Congreso ante el inminente cese derivado de la tercera moción de vacancia del Congreso de la República -una especie de impeachment o juicio político al estilo peruano- que tenía el objetivo de declarar su “incapacidad moral”. En el marco de esas acciones, anunció la implementación de un toque de queda junto con establecimiento de un gobierno provisional y la convocatoria de una asamblea constituyente.
El intento de “autogolpe” -la asunción de poderes extraordinarios de forma tras haber llegado por los cauces establecidos a la Presidencia- se frustró por no haber logrado el apoyo del Ejército ni los medios, haciendo que la Fiscalía ordenase el arresto del expresidente en su intento de fuga a la embajada de México. Un fenómeno parecido al que se dio en 1992 bajo la presidencia de Alberto Fujimori (1990-2000), el llamado Fujimorazo. Sin embargo, en esa ocasión contó con el apoyo de las Fuerzas Armadas, se disolvieron las principales instituciones del Estado.
Castillo, de profesión maestro en los Andes, llegó al poder en 2021 bajo la marca Perú Libre, un partido de tendencia izquierdista, siendo el séptimo presidente peruano en los pasados seis años. El 30 de junio de este año renunció a la militancia a raíz de que el partido le abriera un proceso disciplinario por impulsar políticas contrarias al programa electoral y fomentar la división en el seno de la formación.
La tremenda inestabilidad política, un corto mandato de año y medio, así como sus promesas electorales, cuyo primordial objetivo era una reforma constitucional que favorecía los sectores sociales más desfavorecidos, se vieron desamparadas y llevaron a diversos intentos de sustitución del mandatario por cargos de corrupción.
Según el Tribunal Constitucional peruano, las medidas anunciadas por Castillo para sabotear su destitución parlamentaria no eran legales. Ante esta situación, el expresidente, que seguramente compartirá cárcel con Fujimori ha dejado paso al poder a la vicepresidenta Dina Boluarte. Será la primera mujer que gobernará el país en consonancia con la línea de sucesión establecida en la carta magna que dispone que la persona que ostente la Vicepresidencia es la primera en acceder al poder tras la destitución forzada del presidente.
Boluarte: una alta funcionaria con un difícil desafío por delante
La vicepresidenta en tiempos de Castillo ha jurado este miércoles la Presidencia del Perú, tal y como marca la Constitución, siendo la primera mujer en ocupar el cargo en un país que tiene como telón de fondo una cultura machista.
Boluarte, una alta funcionaria del registro civil de 60 años que estuvo al lado de Castillo en la campaña de 2021, se enfrenta a una legislatura difícil de manejar que expira el 26 de junio de 2026, un plazo al que es difícil que llegue sin no consigue fraguar apoyos parlamentarios. Tiene un perfil independiente ya que no cuenta con el respaldo de un partido.
De esta forma, con la mano en la Biblia abogó por la defensa de “la soberanía nacional, la integridad física y moral de la república y la independencia de las leyes de Perú, reconociendo la libertad de culto y la formación normal de los peruanos”.
Además, añadió que “esta difícil conducta nos pone a prueba a todos los ciudadanos. Antes que política, soy una ciudadana y una madre peruana que tiene pleno conocimiento de la responsabilidad que la historia pone en mis hombros“, finalizó en su discurso en un tono prometedor, que pondrá a prueba la tenacidad de la política ante la titánica labor de unir y gobernar un país preso de la incertidumbre.