Hoy: 23 de noviembre de 2024
Geoffrey Cumming, magnate mundial del petróleo, el gas y la energía solar, ha ofrecido la que se cree la mayor donación jamás realizada a la investigación científica en Australia. El filántropo ha proporcionado 250 millones de dólares australianos (172 millones de dólares) durante 20 años, inspirado por la rápida creación de las vacunas de ARN mensajero que lucharon contra el impacto de la COVID-19.
La financiación irá destinada a un centro de investigación en Melbourne, que intentará seguir los pasos de la pandemia COVID, desarrollando tecnologías que permitan crear a corto plazo tratamientos antivirales de cara a futuras amenazas de pandemia.
El nuevo centro denominado “Centro Global Cumming para Terapéutica de Pandemias” será dirigido por Sharon Lewin, investigadora de enfermedades infecciosas y directora del Instituto Peter Doherty de Infección e Inmunidad de la Universidad de Melbourne.
La dirección del centro defiende su creación en los más de 4 millones de vidas, que creen, podrían haberse salvado si hubiera estado disponible un medicamento efectivo para la COVID en los primeros 6 meses de pandemia. Además, denuncian que se hayan dedicado únicamente 5 mil millones de dólares en el desarrollo de terapias para el SARS-CoV-2 durante el primer año de la pandemia, frente a los más de 95 mil invertidos públicamente a nivel mundial en vacunas. “Lo que me llamó la atención fue lo rápido que podíamos fabricar vacunas y lo lentos que éramos con los antivirales”, declara Cumming a la revista Science.
El objetivo del centro irá más allá del mero desarrollo de antivirales. En primer lugar, pretenden mejorar los anticuerpos monoclonales que neutralizan los virus. Posteriormente, pretenden atacar al ARN viral en lugar de las proteínas, como se viene haciendo. Y, por último, reforzar las propias defensas antivirales del sistema inmune humano.
El centro adquiere un compromiso a largo plazo con la sociedad, dado que son conscientes del tiempo que requiere el desarrollo de estas plataformas. “Veinte años me pareció correcto”, argumenta Cumming. Además, este dinero invertido por el filántropo irá destinado únicamente a respaldar salarios de los empleados y no instalaciones, las cuales serán financiadas por una donación de 52 millones de dólares estadounidenses del estado australiano de Victoria.
Sin duda, los científicos también defienden este tipo de donaciones desde el ámbito privado al público, ya que supone una contundente y rápida inyección de dinero para los centros de investigación, sin tener que pasar por la inmensa cantidad de trámites y tiempo que supone la solicitud de ayudas públicas.
Así mismo, defienden la inversión de cara a la creación de medicamentos frente al de vacunas, puesto que en algunos casos, como el del VIH, el éxito se concentra en las terapias y las vacunas no han obtenido buenos resultados.