En 2023, el número de hogares que no desperdició alimentos creció un 4,4 % en comparación con el año anterior, según datos recientes. Este aumento refleja una mayor concienciación sobre la importancia de reducir el desperdicio alimentario, una problemática que ha ganado atención en los últimos años debido a sus implicaciones ambientales, económicas y sociales.
El informe señala que este cambio se debe, en gran medida, a las campañas de sensibilización y a la adopción de hábitos más sostenibles por parte de los consumidores. Entre las medidas más comunes implementadas por las familias se encuentran la planificación de las compras, la conservación adecuada de los alimentos y el aprovechamiento de sobras.
A pesar de este avance, los expertos advierten que aún queda mucho por hacer, ya que el desperdicio alimentario sigue siendo un reto considerable. Se estima que miles de toneladas de comida se siguen desechando anualmente, lo que no solo representa una pérdida económica, sino también un impacto negativo en el medio ambiente, especialmente en términos de emisiones de gases de efecto invernadero y uso de recursos.
Las autoridades y organizaciones dedicadas a la lucha contra el desperdicio alimentario subrayan la necesidad de continuar fomentando prácticas sostenibles. Además, se prevé que las iniciativas educativas y la implementación de normativas más estrictas sobre el manejo de los alimentos desempeñarán un papel clave en la reducción del desperdicio en los próximos años.