Jane Toppan, la asesina en serie que envenenó a 37 pacientes cuando trabajaba para ellos de enfermera

7 de mayo de 2022
8 minutos de lectura
Jane Toppan,la enfermera asesina en serie.

La dramática historia de Jane Toppan inicia en 1863, año en que su madre la llevó al Boston Female Asylum, un orfanato para niñas indigentes junto a su hermana Elia Josephine. Por aquel entonces, Toppan se llamaba Honora Kelley, nacida en 1854 en la ciudad de Boston, según El Siglo.

Cuando los directores de la institución vieron el estado físico de las niñas, las aceptaron de manera unánime, pues era evidente que habían vivido en condiciones totalmente desfavorables.

Un año después, la pequeña Honora fue recogida por el matrimonio conformado por Abner y Ann C. Toppan, quienes no la adoptaron de manera formal. Aun así, Honora cambió formalmente su nombre por el de Jane Toppan, con el que sería conocida el resto de su vida.

Momentos difíciles

Janne tuvo que vérselas con una madre adoptiva que la maltrataba y tenía una hija biológica, Elizabeth. A pesar de que ésta nunca trató mal a Jane, ésta sentía celos y odio por la muchacha, pues el trato que ambas recibían en el seno familiar era totalmente opuesto.

Se cuenta que uno de los tragos más amargos en la vida de Toppan fue una decepción sentimental que marcó su vida. Ella estaba enamorada de un joven con quien incluso llegó a comprometerse.

Sin embargo, cuando éste se fue a trabajar a otra ciudad, se enamoró de la hija de su patrón con quien terminó contrayendo matrimonio. El duro golpe hizo que Jane comenzara una tendencia autodestructiva (incluyendo dos intentos de suicidio) y un comportamiento hosco que no le ganaba la simpatía de los demás.

Tras la muerte de su madre adoptiva, Jane entró a trabajar al servicio de Elizabeth, su hermanastra. Pero la relación terminó cuando Elizabeth se casó con un joven diácono de nombre Oramel M. Brigham.

Su entrada al mundo de la enfermería

En 1885 Jane cumplió una de sus máximas aspiraciones: entrar como aprendiz de enfermería. Lo hizo en el hospital de Cambridge, pero pronto su carácter asocial la hizo tener enfrentamientos con sus compañeros y supervisores.

Toppan era vista como un bicho raro, una mujer obsesionada con las autopsias y quien a menudo mentía sobre su pasado. Ello la llevó a ser una rechazada y una solitaria. Aun así se llevaba bien con los pacientes, quienes la conocían como “Jane Jolly”.

Sin embargo, las intenciones de Jane Jolly con ellos tenía un lado siniestro. Solía pasar demasiado tiempo a su lado, el cual aprovechaba para experimentar los resultados que tenía alterar las dosis de los medicamentos recomendados por los médicos, en especial la atropina.

Se sospecha que ello llevó a la muerte a una docena de mujeres y hombres internados. Años después, cuando fue detenida, Toppan sugirió en los diversos interrogatorios a los que fue sometida que experimentaba una especie de estímulo sexual. Cuando los pacientes morían o estaban lo suficientemente narcotizados para no sentir nada, la enfermera se metía a la cama con ellos y los tocaba.

En 1889 ingresó por un breve periodo al reconocido Hospital General de Massachusetts para suplir una incapacidad. Un año más tarde volvió al hospital de Cambridge. En ambos lugares y periodos recayó la sospecha sobre Jane de administrar opiáceos de manera imprudente, llegando a provocar la muerte de varios pacientes.

El inicio de un camino en forma independiente

Jane Toppan tomó la decisión de seguir su carrera como enfermera de forma independiente, entrando al servicio de varias familias a lo largo y ancho de Nueva Inglaterra.

El destino quiso que Toppan se reencontrara con Elizabeth, su hermanastra, en agosto de 1899. De haber sabido su suerte, Elizabeth lo hubiera evitado. Murió envenenada por Jane a causa de una sobredosis de estricnina. Jane aprovechó para quedarse con un reloj de oro y una cadena que pertenecieron a Elizabeth, objetos que empeñó.

A partir de ese crimen, Toppan inició una carrera como asesina en ascenso. En 1899 mató a María McLear y en 1900 hizo lo mismo con su amiga Myra Conners, ambas por envenenamiento.

Los asesinatos de la familia Davis

Sin duda, los crímenes que Toppan cometió en contra de la familia Davis en 1901 fueron los más célebres de su carrera como envenenadora. Mattie Davis, su hija Genevive Gordon, su marido Alden Davis y la hija mayor de ellos, Minnie Gibbs, murieron a manos de Toppan.

Las muertes despertaron las sospechas del capitán Gibbs, suegro de Minnie, por lo que el hombre contrató a Leonard Wood, un reputado toxicólogo de Massachusetts. Al enterarse, Toppan huyó a Lowell, su ciudad natal, donde se reencontró con su cuñado, el señor Ormael M. Brigham.

A finales de agosto de 1901, el forense dictaminó que, al menos, la hija mayor de la familia Davis había muerto de envenenamiento por morfina y atropina. El caso fue puesto en manos del detective John S. Patterson, quien se dedicó a seguir a Toppan hasta reunir las pruebas suficientes en su contra.

La caída de Jane Toppan

Jane fue detenida el 29 de octubre de 1901 en la ciudad de Amhest, New Hampshire. En los interrogatorios, efectuados en la cárcel de Barnstable, la mujer confesó 31 asesinatos, pero los que han estudiado su vida creen que la cifra puede ascender hasta 100 muertes.

Fue hasta el 23 de junio de 1902, cuando Jane Toppan fue considerada demente y el tribunal que la juzgó decidió enviarla al asilo mental de Tauton, Massachusetts, donde pasó el resto de su vida hasta su muerte en 1938 a la edad de 81 años. En la institución mental, Jane se distinguió por su carácter tranquilo. 

Jane Toppan es una de las envenenadoras más sádicas de la historia en la crónica negra.

Jane Toppan es una de las asesinas en serie más infames de la historia: su récord criminal incluye 31 asesinatos a sangre fría, la gran mayoría por el método del envenenamiento. Antes de ser encerrada en un hospital para enfermos mentales, afirmó que no se arrepentía de sus actos.

Un niñez y adolescencia complicadas

La dramática historia de Jane Toppan inicia en 1863, año en que su madre la llevó al Boston Female Asylum, un orfanato para niñas indigentes junto a su hermana Elia Josephine. Por aquel entonces, Toppan se llamaba Honora Kelley, nacida en 1854 en la ciudad de Boston.

Cuando los directores de la institución vieron el estado físico de las niñas, las aceptaron de manera unánime, pues era evidente que habían vivido en condiciones totalmente desfavorables.

Un año después, la pequeña Honora fue recogida por el matrimonio conformado por Abner y Ann C. Toppan, quienes no la adoptaron de manera formal. Aun así, Honora cambió formalmente su nombre por el de Jane Toppan, con el que sería conocida el resto de su vida.

Momentos difíciles

Janne tuvo que vérselas con una madre adoptiva que la maltrataba y tenía una hija biológica, Elizabeth. A pesar de que ésta nunca trató mal a Jane, ésta sentía celos y odio por la muchacha, pues el trato que ambas recibían en el seno familiar era totalmente opuesto.

Se cuenta que uno de los tragos más amargos en la vida de Toppan fue una decepción sentimental que marcó su vida. Ella estaba enamorada de un joven con quien incluso llegó a comprometerse.

Sin embargo, cuando éste se fue a trabajar a otra ciudad, se enamoró de la hija de su patrón con quien terminó contrayendo matrimonio. El duro golpe hizo que Jane comenzara una tendencia autodestructiva (incluyendo dos intentos de suicidio) y un comportamiento hosco que no le ganaba la simpatía de los demás.

Tras la muerte de su madre adoptiva, Jane entró a trabajar al servicio de Elizabeth, su hermanastra. Pero la relación terminó cuando Elizabeth se casó con un joven diácono de nombre Oramel M. Brigham.

Su entrada al mundo de la enfermería

En 1885 Jane cumplió una de sus máximas aspiraciones: entrar como aprendiz de enfermería. Lo hizo en el hospital de Cambridge, pero pronto su carácter asocial la hizo tener enfrentamientos con sus compañeros y supervisores.

Toppan era vista como un bicho raro, una mujer obsesionada con las autopsias y quien a menudo mentía sobre su pasado. Ello la llevó a ser una rechazada y una solitaria. Aun así se llevaba bien con los pacientes, quienes la conocían como “Jane Jolly”.

Sin embargo, las intenciones de Jane Jolly con ellos tenía un lado siniestro. Solía pasar demasiado tiempo a su lado, el cual aprovechaba para experimentar los resultados que tenía alterar las dosis de los medicamentos recomendados por los médicos, en especial la atropina.

Se sospecha que ello llevó a la muerte a una docena de mujeres y hombres internados. Años después, cuando fue detenida, Toppan sugirió en los diversos interrogatorios a los que fue sometida que experimentaba una especie de estímulo sexual. Cuando los pacientes morían o estaban lo suficientemente narcotizados para no sentir nada, la enfermera se metía a la cama con ellos y los tocaba.

En 1889 ingresó por un breve periodo al reconocido Hospital General de Massachusetts para suplir una incapacidad. Un año más tarde volvió al hospital de Cambridge. En ambos lugares y periodos recayó la sospecha sobre Jane de administrar opiáceos de manera imprudente, llegando a provocar la muerte de varios pacientes.

El inicio de un camino en forma independiente

Jane Toppan tomó la decisión de seguir su carrera como enfermera de forma independiente, entrando al servicio de varias familias a lo largo y ancho de Nueva Inglaterra.

El destino quiso que Toppan se reencontrara con Elizabeth, su hermanastra, en agosto de 1899. De haber sabido su suerte, Elizabeth lo hubiera evitado. Murió envenenada por Jane a causa de una sobredosis de estricnina. Jane aprovechó para quedarse con un reloj de oro y una cadena que pertenecieron a Elizabeth, objetos que empeñó.

A partir de ese crimen, Toppan inició una carrera como asesina en ascenso. En 1899 mató a María McLear y en 1900 hizo lo mismo con su amiga Myra Conners, ambas por envenenamiento.

Los asesinatos de la familia Davis

Sin duda, los crímenes que Toppan cometió en contra de la familia Davis en 1901 fueron los más célebres de su carrera como envenenadora. Mattie Davis, su hija Genevive Gordon, su marido Alden Davis y la hija mayor de ellos, Minnie Gibbs, murieron a manos de Toppan.

Las muertes despertaron las sospechas del capitán Gibbs, suegro de Minnie, por lo que el hombre contrató a Leonard Wood, un reputado toxicólogo de Massachusetts. Al enterarse, Toppan huyó a Lowell, su ciudad natal, donde se reencontró con su cuñado, el señor Ormael M. Brigham.

A finales de agosto de 1901, el forense dictaminó que, al menos, la hija mayor de la familia Davis había muerto de envenenamiento por morfina y atropina. El caso fue puesto en manos del detective John S. Patterson, quien se dedicó a seguir a Toppan hasta reunir las pruebas suficientes en su contra.

La caída de Jane Toppan

Jane fue detenida el 29 de octubre de 1901 en la ciudad de Amhest, New Hampshire. En los interrogatorios, efectuados en la cárcel de Barnstable, la mujer confesó 31 asesinatos, pero los que han estudiado su vida creen que la cifra puede ascender hasta 100 muertes.

Fue hasta el 23 de junio de 1902, cuando Jane Toppan fue considerada demente y el tribunal que la juzgó decidió enviarla al asilo mental de Tauton, Massachusetts, donde pasó el resto de su vida hasta su muerte en 1938 a la edad de 81 años. En la institución mental, Jane se distinguió por su carácter tranquilo. 

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