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Viajar es peligroso

Las legendarias princesas de castillos han devenido en radares de la DGT

La autovía A-3, a su paso por Madrid

Hasta bien entrado el siglo diecinueve, cualquier viaje que se emprendía por los caminos de España era de alto riesgo. Todos conocían la fama y recursos de los bandoleros El Tempranillo, Diego Corrientes, Luis Candelas… Los hermanos Machado conocieron en musas al salteador cordobés Lorenzo Gallardo que, perseguido, se refugió en el palacio de la duquesa de Benamejí hasta conquistarla… Por los menos, muchas de aquellas aventuras terminaron en arrullos generosos o en muertes enamoradas…

Pero ahora, viajar es más peligroso todavía porque en todas las rutas nos asaltan los radares o, en curvas inimaginables, la guardia civil nos detiene con cualquier pretexto y siempre encuentra irregularidades en la exigencia de tantos documentos, restando puntos a los despuntados permisos, que no saben ya donde esconderse. Para colmo, los precios de los combustibles, como una variante de robo legal, nos quita la sonrisa e insiste en la escasez de las tarjetas.

Hágame caso, viajar es peligroso y hoy no existen palacios donde esconderse ni duquesas para enamorarse.

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