Hoy: 23 de noviembre de 2024
En España tenemos capacidad e inteligencia para que las cosas sean de otra manera. Aprendemos muy lentamente a convivir en justicia y equidad hasta el punto de que los obispos también levantan su voz para reclamar una verdad que nos iguale y un destierro de las “singularidades”, que no son más que embudos señalando a los de siempre la parte más estrecha.
En una escalera de aflojar bombillas, leyó Miguel Hernández su amor por el amigo: “En Orihuela, su pueblo y el mío, se me ha muerto como del rayo Ramón Sijé, con quien tanto quería”. Querer con alguien es un apetito de querer con todos, por eso Munilla, el obispo de Orihuela, subido también a la escalera de un micrófono, el de Radio María, ha dicho que la situación por la que atraviesa España es “inaudita y delicada”, entre otras cosas, por la diferente vara de medir del Presidente de Gobierno. “Dejen en paz a los jueces y preserven la independencia del poder judicial”, ha subrayado el valiente sucesor de los apóstoles.
Aunque yo apenas leo otra cosa que poesía hasta empaparme de palabras nuevas y emociones diversas, no puedo ausentarme del carrusel que nos ha tocado vivir. Mientras los jueces Marchena y Llarena mantengan firmes su justa vara de medir, no me envuelven las sombras.
pedrouve