Trump, Trump, Trump y más Trump. Es como si me estuvieran dando martillazos en la cabeza. Estoy harto del dichoso pelopanocha. Desde que por desgracia y obra de 75 millones de norteamericanos llegó a nuestras vidas lo ocupa todo, lo acapara todo y lo estropea todo.
Es un auténtico coñazo de hombre y de político que reconozco que no soporto por su estúpida sonrisa, su baile bufón y ridículo y su gesto altivo, propio de un cabronazo que ejerce como tal y presume de serlo. Sí, peor que un dolor de muelas de madrugada sin un Nolotil a mano. Y lo peor es que creo que se ha gustado y se ha venido arriba.
Lo tenemos a todas horas en los medios de todo el mundo. Hace y dice y después se desdice y deshace, como con los aranceles, agitando las bolsas, que suben y bajan hasta marearse, y de paso llevarse por delante los ahorros de millones de pequeños inversores y de los grandes, o que le pregunten a las grandes tecnológicas, esas que llaman ‘las siete magníficas’. Es un maleducado que ha destrozado todos los protocolos diplomáticos y llega a decir que muchos países “le están besando el culo para negociar acuerdos”, una imagen escatológica sumamente asquerosa si te imaginas el culo de un tío como éste. ¡Joder, qué asco!
Desde que llegó al Despacho Oval no ha parado de firmar decretos y documentos que tienen como misión joder la vida de los ciudadanos en el planeta Tierra y ya se verá si los del mundo mundial. El expresidente Biden lo ha descrito a la perfección cuando en una conferencia en Chicago organizada por el grupo Defensores, Consejeros y Representantes de Discapacitados (ACRD), lanzó duras críticas a la administración republicana, acusándola de atacar directamente a la Seguridad Social, y aseguró que “en menos de 100 días, este nuevo Gobierno ha causado muchísimo daño y destrucción. Es impresionante”.
Tan ocupado anda este garrulo destrozando vidas de los propios norteamericanos a los que ha despedido por miles, y las vidas de más de medio mundo, que creo que ha sido el único dirigente mundial que no ha tenido unas palabras de reconocimiento a uno de los grandes genios de la literatura universal como Mario Vargas Llosa, del que seguro que no habrá leído ningún libro y seguramente ni siquiera sepa quién es, y menos si es español, que entonces entramos en el terreno del odio y el desprecio por muy Premio Nobel que sea.
¡Cómo echamos de menos al abuelo Biden! aún con sus despistes y traspiés, pero con él los Estados Unidos eran la referencia mundial que ha sido siempre con la bandera de la libertad y la garantía de la justicia y los valores. Ahora su sucesor tira con ráfagas de metralleta contra todo lo que se menea, aunque sea la Universidad de Harvard, la más prestigiosa del mundo, contra la que Trump ha emprendido una cruzada negándole el pan y la sal.
Al parecer, el Departamento de Educación ha pedido a la Universidad de Harvard que entregue una lista con información sobre donativos procedentes del extranjero que ha recibido en un nuevo encontronazo entre las autoridades norteamericanas y la histórica institución a la que han acusado de ser el caldo de cultivo de sentimientos antisemitas. Ahí es nada.
Es que me canso. Estoy harto de este tío y me da una pereza enorme pensar que quedan cuatro años por delante, si es que para entonces queda algo en pie porque ya se sabe, por donde pasa Atila no vuelve a crecer la hierba y por donde pasa este mamarracho no salen ni ortigas. Es harto improbable que mi delicada reflexión sobre el presidente norteamericano llegue a oídos de algún afín a él, pero por si acaso renuncio a poder visitar Estados Unidos en los próximos años por si acabo en Guantánamo. Así que yo formo parte del 25% de españoles que han renunciado a hacer turismo en el país del pelopanocha porque nadie se fía de la guerra abierta contra los hispanos. ¿China? No sé si es el camino, pero por ahora da más confianza.
lo han votado los americanos