La cualidad más destacada del traidor consiste en dar satisfacción a los que le encumbraron para que lo fuera y lo siga siendo. Un traidor no nace, se hace cuando se juntan los votos de los traidorzuelos que, como tales, harán posible la deslealtad simulada de aquello que prometieron al asumir sus cargos de responsabilidades. Al traidor no le importa la Constitución, sino contemplarla hecha añicos desde su complacencia.
En el capítulo XXIX del Quijote se lee: “No he de meterme en otra aventura ni demanda alguna hasta vengarme de un traidor que, contra todo derecho divino y humano, me tiene usurpado mi reino”.
Los traidores están bien señalados en cualquier libro de la Biblia. Destaco el capítulo cinco del segundo libro de los Macabeos: “Se les unió mucha gente del pueblo, todos ellos traidores a la ley, y cometieron tales tropelías en el país, que los israelitas tuvieron que esconderse en cualquier refugio disponible”.
Pues eso.