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Tierra firme

Arena Movediza

Si yo fuera el Presidente del Gobierno  –que disto muchísimo de serlo—, el libro que acaba de escribir, o eso dice, en lugar de llamarse Tierra firme, más ajustado a la verdad sería titularlo como Arenas Movedizas.

En el capítulo 7 del Génesis, el autor sagrado se lamenta de que “todo cuanto existía en la tierra firme, murió”. Ya se anunciaba entonces que este Presidente acabaría con todo cuanto se hubiera construido sobre la solidez de un tiempo constitucional.

Más sobre lo mismo: en el libro de Jonás, capítulo primero, se narra la travesía del profeta hasta Nínive y la tempestad ingobernable del recorrido. Los marineros preguntaron a Jonás por el nombre del Dios al que rezaba: “Soy hebreo y adoro al Dios que hizo el mar y la tierra firme. Si queréis que el agua se calme, echadme al mar”.

Lo dicho: en lugar de Tierra Firme, Arenas Movedizas, porque lo que ayer fue sólido, con este señor ahora nos vamos a hundir en un descuido.

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