La nueva temporada de The Last of Us, que llega el 14 de abril a Max, vuelve a mostrar un mundo arrasado por una infección fúngica, pero también por las decisiones humanas. Craig Mazin, cocreador de la serie junto a Neil Druckmann, insiste en que la historia va más allá de los zombis: es una narrativa sobre cómo, incluso en el borde del abismo, el ser humano sigue eligiendo el conflicto, según una información de Europa Press.
Mazin no esquiva la actualidad: guerras, desplazamientos forzosos, polarización social, desastres naturales. Todo ello, según él, se filtra en la ficción de forma inevitable. “Siempre hemos vivido entre amenazas reales, pero seguimos encontrando nuevas formas de hacernos daño entre nosotros”, lamenta. The Last of Us plantea el dilema eterno: ¿quiénes somos cuando lo hemos perdido todo?
A diferencia de quienes ven en esta segunda entrega una historia de venganza, Mazin la define como un relato sobre el duelo. “La pérdida es universal. Todos la vamos a vivir, y lo que hacemos con ese dolor es lo que nos define”, apunta. La temporada explora hasta qué punto la tristeza puede destruirnos… o transformarnos.
Abby, interpretada por Kaitlyn Dever, encarna esa nueva capa emocional de la serie. Su presencia rompe con la narrativa simple del “bueno contra malo”. En este universo, todos son víctimas y verdugos al mismo tiempo. Mazin quiere que el espectador se cuestione constantemente a quién apoya, y por qué.
En la serie, incluso los personajes secundarios tienen nombre e historia. “Queríamos que cada muerte doliera”, dice Mazin. En lugar de cifras o enemigos anónimos, The Last of Us humaniza a cada figura que aparece en pantalla. “Todo el mundo es importante para alguien”, resume el creador, en una clara apuesta por la empatía narrativa.
La segunda temporada llega tras un año de expectativas y mantiene a Pedro Pascal y Bella Ramsey como protagonistas. Les acompañan nuevos rostros que expanden el universo emocional y narrativo de la serie. Siete episodios para seguir explorando los rincones más oscuros —y humanos— del fin del mundo.