Sócrates

11 de noviembre de 2023
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Una estatua de Sócrates. | Flickr

Los burros, con sus ojos grandes, ofrecen una mirada fija y solemne, como de fiel compañía que no quisiera molestar. Aprenden, igual que todos los animales, cuando se les enseña a cumplir adecuadamente sus tareas. Nunca supe por qué a los más incapaces de la clase le colocaban unas orejas de burro. Menos mal que Juan Ramón Jiménez dignificó para siempre al burro de Platero sintiéndolo pequeño y suave, como si fuesen de algodón sus carnes.

…Oído su fama de hombre sabio, a Sócrates se le acercó un padre de familia deseoso de que educara a su hijo:

-De acuerdo, señor, le cobraré cada mes quinientos dracmas, ofertó el filósofo.

-Con quinientos dracmas me compro yo un burro, repuso el padre contrariado.

Antes de que creciera su enojo, Sócrates le respondió:

-Hará muy bien, señor, en educar a su hijo y luego comprar un burro. Así tendrá dos.

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