MARTA LOSADA FERNÁNDEZ
Escogí tratar de escribir una biografía de Simone de Beauvoir sin pretensiones feministas, aunque reconozco de antemano que hablaré de El segundo sexo. Creo que, aunque sea la mujer considerada como precursora del feminismo, puede parecer atrayente, de alguna manera, su compleja personalidad y su ejemplo de trabajo. Esa enorme capacidad de trabajo fue la que sugirió su mítico apodo: “El castor”. Con este sobrenombre la bautizó su amigo René Maheu en los años de biblioteca por ser el animal que mejor representa ese trabajo diligente que le impide cesar de trabajar y de construir.
Un nueve de enero de 1908 nace en París Simone de Beauvoir en el seno de una familia con los privilegios de una élite parisina sin riqueza. Algunos biógrafos hablan de un retroceso económico familiar hacia la “nueva pobreza”, debido a la desaparición de la dote materna dilapidada por su abuelo cuando fue acusado y detenido quince meses por malversación de fondos. Con todo, aquella niña alegre que fue Simone en su infancia recibió una educación culta y católica.
El periodo de su adolescencia (1920-1925) estuvo marcado por complejas decisiones que le acompañaron durante el resto de su vida. Es la época en la que decide renunciar al matrimonio y a la maternidad y con 14 años toma la decisión de ser escritora. Decisiones que le alejarían de las mujeres de su ambiente.
En 1924 empieza sus estudios universitarios en La Sorbona. Y es en estos pasillos donde comienza a socializar y donde conoce al filósofo existencialista Sartre. Ambas figuras son existencialistas porque su pensamiento se encuentra enmarcado dentro de una filosofía donde el sujeto analiza los problemas desde la experiencia vivida de los sujetos explorados. Ven en lo singular la universalidad del sujeto. Está considerada como una filosofía ética con la propuesta de nuevas libertades para alcanzar nuevos proyectos.
La propia voz de Beauvoir declara que decidió estudiar durante dos años la infelicidad de la mujer a pesar de reconocer que no la experimentó en ningún momento de su vida. Para escribir El segundo sexo escogió alimentarse de campos como por ej.; el sociológico, el psicológico o el psicoanálisis.
Su repentina inspiración estaba fundada en hablar de una sociedad dominada por los hombres. En este ensayo de casi mil páginas llama poderosamente la atención cuando habla del mito creado por el hombre, de una moral definida por los hombres. Simone entonces discurre sobre una igualdad. Toda la obra recorre dudas acerca de una subordinación opuesta. Dice que las mujeres tienen que aspirar a sus logros individuales. Tampoco se olvida de mencionar la inexistencia de mujeres destacadas en la Historia, a excepción de casos aislados.
Otra decisión que logró llevar a cabo fue su empresa novelística a partir de su edad mediana. En 1943 empieza materializarse su faceta de novelista con la escritura de su primera novela: La invitada. Su proyecto se materializó en vida en 1954 con la publicación de Los mandarines tras obtener el premio Goncourt.
Falleció en la misma ciudad un 14 de abril de 1986 con 78 años. Su cuerpo está enterrado junto a Jean-Paul Sartre en el cementerio de Montparnasse. Esa dulce vinculación entre Sartre y su Castor se mantuvo durante 51 años hasta la muerte del filósofo un 15 de abril de 1980.
Agradezco con afecto las palabras pronunciadas por la profesora Máriam Martínez-Bascuñán en la Fundación Juan March, de Madrid. Además, con mi agradecimiento quiero mencionar una gran biografía publicada por Karine Tirat, titulada: La biografía ilusoria de Simone de Beauvoir.
Precioso recorrido literario de la gran Simone escrito con toques de literatura. Felicidades a la señora Losada.