Desde Kiev, en cambio, sostienen que el atentado fue perpetrado por rusos detractores de Putin como fruto de un “montaje”
El presunto asesinato de Daria Dugina el pasado 20 de agosto ha dado el pistoletazo de salida a uno de los capítulos más cruentos y oscuros de la guerra. El pasado lunes, Rusia señaló a los ucranianos como principales responsables de la muerte de Dugina, hija de Alexander Dugin, el ideólogo de Putin.
La tesis defendida por el servicio de inteligencia ruso FSB se basa en que una ciudadana ucraniana de 43 años, Natalia Vovk, habría llegado a Rusia el 23 de junio de este año acompañada de su hija. Durante ese tiempo, se habría encargado de seguir a Dugina en un automóvil de marca Mini Cooper, al que habría cambiado la matrícula hasta en tres ocasiones para evitar levantar sospechas. La investigación revela que ella habría sido la artífice del atentado al detonar a distancia el artefacto explosivo que haría saltar por los aires el coche en el que se encontraba la joven, acabando así con su vida.
No obstante, el FSB también especula sobre la posibilidad de que el objetivo no fuera Dugina, sino su padre, Alexander Dugin. Dugin está considerado el “cerebro” de Putin, uno de los intelectuales más laureados del gigante ruso y también uno de los máximos exponentes del movimiento eurasianista, que encuentra en Putin su principal partidario.
El eurasianismo es una corriente de pensamiento enarbolada por todos aquellos exiliados durante la guerra civil rusa. Sus postulados eran diametralmente opuestos a los que su día sostuvieron los bolcheviques, es decir, se mostraban favorables a la creación de una autoridad religiosa que instalara un régimen conservador en el territorio ruso y repudiaban la idea de un sistema socialista o comunista. Los expertos han señalado esta tesis como “ultranacionalistas y fascistas”. Desde que Putin dejó entrever su proximidad a los principios eurasianistas, una creciente oposición se ha ido formando a sus pies.
Como cabría esperar, la versión de Ucrania sobre la autoría del atentado es bien distinta. El Consejo Nacional de Seguridad y Defensa ucraniano subraya que el presunto asesinato “fue una ejecución perpetrada por los servicios secretos rusos” en los que Kiev no habría tomado parte en ningún momento.
La institución argumenta su postura alegando que el Kremlin trata de deshacerse de todos aquellos disidentes que critican los “éxitos militares” de Rusia en el conflicto armado y que, tanto Dugina como su padre, bien podrían haber formado parte de este grupo de detractores a los que convenía erradicar.
La supuesta huida a Estonia y el “montaje”
Según el FBS, Vovk habría huido a Estonia tras hacer explotar el coche, algo que, de demostrarse, involucraría a la república báltica como cómplice de los hechos y culpable de alojar a terroristas en el seno del Estado. Desde la fiscalía del país aseguran que “no han recibido ninguna solicitud o consulta de las autoridades rusas”.
El secretario del Consejo Nacional de Seguridad y Defensa ucraniano, Oleksii Danilov, no descartaba que todo pudiera tratarse de un “montaje” diseñado por el Kremlin para exacerbar los ánimos de los soldados rusos y alimentar el odio al enemigo.
Estas elucubraciones se producen en el día en el que El País revela que los datos de la sospechosa se han filtrado a través de la página web Némesis, un instrumento de propaganda rusa impulsado por el propio Putin para difamar a Ucrania. El portal afirmaba la pertenencia de Vovk al Regimiento Azov, un grupo paramilitar de tendencia ultraderechista e ideología ultranacionalista que abrazaría las ideas eurasianistas.
La cúpula del regimiento no ha proporcionado una respuesta clara y asevera “no poder afirmar con seguridad” si la presunta asesina habría estado inscrita en la filas de la organización. Actualmente, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) se encuentra organizando una misión para dilucidar los pormenores del atentado.