En mi última visita por la delicia de los pueblos blancos, sin caudales suficientes para una mariscada (yo no soy sindicalista y, además, en esta época Hacienda me crucifica), decidí almorzar en un Chino con buena pinta. La carta y dos menús interesantes: el primero, 9,70 euros; el segundo, lógicamente de más calidad, 14, 50. Opté por el primero. Estaba quedando satisfecho cuando se me acerca una señora, de necesitado aspecto y correctos modales, rogándome que le pagara un menú para llevarse a casa.
El camarero, con orientales reverencias, asintió mi propuesta favorable y la señora se fue al mostrador para recibir su comida. Al mostrarme la cuenta el empleado de la ancha mirada, descubrí que la señora había pedido el menú más caro mientras que yo paladeaba el más sencillo…
Clavada metáfora para Independentistas vascos y catalanes. Los primeros, privilegiados con ese cupo que se sacaron de la manga por su cara bonita. Los segundos, porque quieren comerse el menú más caro a costa de que los demás españoles nos contentemos con el de 9,20. “Y si no nos vamos”… ¡Váyanse de una vez y hasta puede que a los demás nos llegue por fin la mariscada!