Hoy: 22 de noviembre de 2024
El asesinato del niño de Mocejón ha reavivado el debate sobre el anonimato en las redes sociales, especialmente en relación con comentarios y publicaciones que incitan al odio, según Confilegal.
Ante esta situación, el Movimiento contra la Intolerancia ha solicitado poner fin a dicho anonimato, un esfuerzo que, según la organización, debe ir acompañado de sólidas herramientas de educación para la ciudadanía.
Mientras continúan las investigaciones sobre el crimen y con el acusado ya a disposición judicial, muchas voces se alzan en contra de la proliferación de mensajes de odio dirigidos a menores migrantes, mensajes que se difundieron ampliamente en redes sociales en los primeros momentos tras conocerse el asesinato.
Estos mensajes han reavivado el debate sobre la necesidad de identificar a los usuarios en Internet. Para el Movimiento contra la Intolerancia, la falta de identidad digital es “contraria a la responsabilidad cívica que debe exigirse a toda persona en una sociedad democrática”.
La plataforma ha reiterado su llamado para que se ponga fin al anonimato en las redes sociales y se combata el discurso de odio que prolifera en ellas. En este sentido, han expresado su apoyo a la propuesta planteada por el Fiscal de Sala Coordinador contra los Delitos de Odio y Discriminación.
“Desde la perspectiva de la víctima, hemos denunciado el discurso de odio, porque es un delito en sí mismo. Aunque, en ocasiones, no llegando a constituir un delito, crea un clima de intolerancia que precede al crimen, lo alimenta e incluso lo incrementa, especialmente en las redes sociales. Siempre con el máximo respeto y defensa de las libertades, que no son infinitas. Porque la libertad de expresión no es impunidad para la agresión”, subrayan.
Para el Movimiento contra la Intolerancia, es fundamental luchar contra estos mensajes de odio, que a menudo se difunden bajo el anonimato en las redes sociales. Sin embargo, enfatizan que esta lucha no debe entrar en conflicto con la libertad de expresión.
“Debe garantizarse que las restricciones a este discurso (de odio) no se utilicen para silenciar a las minorías, ni para reprimir la crítica a las políticas oficiales, la oposición política o las creencias religiosas”, señalan desde la organización. Además, recuerdan que existen “mensajes odiosos que, aunque ofenden, perturban o trastornan, no constituyen discurso de odio”.
Para diferenciar entre ambos tipos de mensajes, el movimiento considera clave la educación como herramienta. No solo para entender los límites de la libertad de expresión, sino también “para erradicar las creencias erróneas y falsedades que constituyen la base del discurso de odio”.
“La prohibición penal no es suficiente por sí sola para erradicar el discurso de odio”, concluyen