Los vecinos de ciudades pegadas a la frontera tienen un abanico de oportunidades más amplio porque pueden aumentar su capacidad para comprar comestibles perecederos y productos de uso diario
Apenas meses atrás, las provincias argentinas que limitan con Paraguay, Bolivia y Chile se veían vaciadas de productos y combustibles porque los paraguayos, los chilenos y bolivianos cruzaban las fronteras, vaciaban las góndolas de los comercios y las estaciones de combustibles. Ahora todo cambió en los pasos fronterizos. Son los argentinos quienes aprovechan la creciente brecha cambiaria y la situación macroeconómica del gobierno de Javier Milei para cruzar y hacer compras. Además de los vecinos de las fronteras, volvieron los tours de compras desde las grandes capitales como Buenos Aires, Córdoba y Rosario, alejadas de los límites.
Una gran variedad de productos como los electrónicos, cosméticos, ropa, calzado e incluso ciertos alimentos son más económicos en Paraguay, en Chile o en Bolivia que en Argentina. La diferencia de precios se atribuye en parte a las distintas cargas impositivas, pero se ha acentuado debido al aumento de precios en el mercado argentino, especialmente durante los primeros meses del año, después de la mega devaluación implementada por el gobierno argentino.
Por ejemplo, en Asunción, un perfume de primera marca internacional cuesta en dólares el 50% que en Buenos Aires. Los neumáticos llegan a registrar diferencias de hasta un 40%.
El rodado Bridgestone 185/60 R15 Turanza ER300, por ejemplo, se consigue en Santiago de Chile a 104.800 pesos chilenos, que equivalen a $166.579 en moneda argentina. En nuestro país, ese mismo producto se comercializa a $198.000 en algunas casas especializadas. Suponiendo que se cambie un juego completo, incluido un repuesto, la diferencia es de más de 157.000 pesos.
En caso de que una familia adquiera un teléfono móvil y un ordenador portátil con la diferencia, se pagaría los gastos de un fin de semana de estadía en cualquiera de las capitales de los países vecinos. Un móvil Samsung S24 se vende en ese país a un precio de 699.990 pesos chilenos, lo que en moneda argentina equivale a $1.077.984. El mismo modelo se vende dentro de Argentina a $1.749.999, por lo que hay una diferencia de $672.015. Una vez más, la ventaja es que dentro de nuestro país se puede conseguir en cuotas.
Otros ejemplos se dan en la indumentaria, donde las zapatillas de marcas líderes tienen una diferencia en los precios de casi el 30%. En los relojes, un Galaxy Watch4 40mm de Samsung se vende en Paraguay exactamente a mitad de precio.
La locura del consumo solo es frenada por los aranceles que se deben pagar en la aduana. Muchos productos pagan aranceles y solo se pueden pasar hasta USD 300 sin pagar impuestos. A partir de ese monto, se paga el 50% sobre el excedente de la franquicia, aunque en la práctica, los argentinos pasan muchos productos sin declarar, aunque se trate de maniobras ilegales. En tanto, los vecinos de ciudades pegadas a la frontera tienen un abanico de oportunidades más amplio porque pueden aumentar su capacidad para comprar comestibles perecederos y productos de uso diario.