Pére-Lachaise

16 de noviembre de 2023
1 minuto de lectura
El cementerio de Pére-Lachaise. | Flickr

El cementerio de Pére-Lachaise es como la plaza de Pigalle sin copas, sin tazas de café ni punturas que derramaran desencantos. El metro llega hasta la misma puerta y salen a recibirte el moribundo perfume de los cipreses y los espectros de Moliére, como un avaro mal vestido, que señala el sitio donde canta Edith Piaf, gracias a que Chopin, algo más arriba le pasa sus partituras con disimulo.

Tres-cuatro veces en quince años he reservado una mañana de París para beberme con Oscar Wilde la postrera copa de champán en los bordes de su mármol frío. Recordar juntos la importancia de llamarse Ernesto y el señuelo de llevar siempre un clavel teñido de verde en la solapa: Es para que la gente se pregunte qué significa esa rareza y se haga mil proposiciones, sin ni siquiera ocurrírsele que en verdad no significa nada…

En Pére-Lachaise recobran sus carnes los huesos de la dulce memoria. Gatos en todas las esquinas vigilan las lápidas anónimas sin una flor, acaso sin plegarias.

Los cementerios nos aguardan a la puerta con un ramo de violetas escondido entre las rejas que dan paso al silencio. Las violetas significan la transparencia de la virtud y del recuerdo. Algunos sólo podrán ser recordados por el cinismo más pernicioso que jamás se haya visto en los gobiernos de España.

Responder

Your email address will not be published.

No olvides...

Largo me lo fiáis

Esta frase tan conocida, con pequeños matices, aparece en El Burlador de Sevilla, de Tirso de Molina y en nuestro

El té de las cinco

Los secretos se llaman así porque son vivencias que se ocultan a la voracidad de los curiosos. Los profesionales de

La costumbre

Tuve un amigo que, cuando presentaba a su mujer siempre decía: “Aquí mi costumbre”. Si acaso notaba cara de extrañeza,

Esquelas

Conocí en otro tiempo a un señor que leía diariamente el ABC para cumplir con las familias de los muertos