A un prestigioso periodista escuché decir que existen tres clases de pedantes: los propiamente dichos, es decir, los cursis que se exceden en las citas; los pedantuelos, que citan equivocadamente; y los pedantones, que se citan a sí mismos.
Pienso yo que, cuando se cita demasiado apenas si asoma la creatividad. Si confunden en las citas a unos con otros, es que no leyeron debidamente. Eso le sucedió al bueno e inteligente de Hernández Mancha que citó “Qué tengo yo que mi amistad procuras” atribuyéndoselo a Santa Teresa: quedó devastado por Adolfo Suárez. Y aquellos que se citan a sí mismos descubren el escaso crecimiento del saber.
Finalmente están los “pedantones al paño”, recordados tan hondamente por don Antonio Machado, que miran callan y piensan / que saben porque no beben / el vino de la tabernas. Mala gente que camina / y va apestando la tierra.