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Para la ceguera no hay cristales

Foto: Arthur Ogleznev

Me imagino la cara de asombro que pondría el sacerdote francés Nicolás Bullet cuando descubrió que, a través de unos cristales curvos, se veían mejor las cosas. Agradecidos estaremos toda la vida los miopes, hipermétropes, astigmáticos y cuantos necesitamos de cristalillos adaptados a nuestra necesidad de ver las cosas como son y no como las aprecian nuestros ojos.

Las deformidades de la propia inteligencia nos hacen creer que aquello de enfrente es como yo lo percibo y no como es en realidad. Cuentan que a un ciego en la India le pusieron delante un elefante quieto y el ciego creyó, al tocar sus patas delanteras, que eran columnas de alabastro sin pulir todavía. Y se murió convencido en su equivocación.

…Muchas de las cosas que se creen reales o posibles, precisan de un oculista con paciencia. Aunque para los ciegos empeñados en lo suyo, lamentablemente no hay cristales.

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