Los jueces han considerado probado que la trabajadora “comenzó a recibir por parte de dos compañeros comentarios no relacionados con su actividad laboral”. Estos “no llamaban a la demandante por su nombre, como hacían con el resto de la cuadrilla”, sino que
Josefina aparecía siempre vestida de freila: ropa oscura y larga, rostro sin asomo de maquillaje y una pequeña cruz de madera sobre el pecho: -Me llamo Josefina Arroyo, escribo versos y soy una alcohólica rehabilitada. Sus rasgos provenían de Santiago del Estero,