Montero y la presunción de inocencia: qué «vergüenza»… de ministra

1 de abril de 2025
3 minutos de lectura
Montero y la presunción de inocencia: que "vergüenza"... de ministra
Pedro Sánchez y María Jesús Montero se ríen en el Congreso. /EP

La pizpireta María Jesús Montero sería muy graciosa si no fuese porque no tiene ninguna gracia. Al contrario, deslenguada, locuaz, soberbia y fiel sirvienta del amo Pedro Sánchez, la vicepresidente al Gobierno y dirigente del PSOE la ha vuelto a fastidiar y de qué manera.

En un mitin de su partido en Andalucía, Montero dijo que la sentencia que absuelve de agresión sexual al jugador de fútbol Dani Alves es una “vergüenza”, y se une de esta forma a las voces habituales de Podemos o Sumar que hablan de justicia patriarcal y de ‘jueces facha y politizados’ cuando quieren descalificar una sentencia o cualquier decisión judicial contraria a su ideario.

Pero Montero ha ido muchísimo más lejos, tanto que ha superado la frontera de la Constitución y lo ha hecho cuestionado la presunción de inocencia, que recoge la Carta Magna en su artículo 24 como un principio básico de nuestro ordenamiento judicial. O no cree en la Constitución o no la conoce y debería.

Yo era de los que creían que nadie es culpable hasta que se demuestre lo contrario, pero ahora sé que en realidad sí que soy culpable aunque se demuestre mi inocencia si me acusa una víctima de agresión sexual. Es lo que ha dicho la vicepresidenta del Gobierno y no se le ha caído la cara de vergüenza por demostrar tanta desfachatez y adoctrinamiento.

Es lo contrario ministra, justamente lo contrario y para eso están las pruebas, para demostrar que un delito existe o que no. Y de eso depende que una persona demuestre su inocencia o acabe en prisión. Y da igual que sea rico o famoso, pobre o anónimo. La justicia tiene que ser igual para todos y si una persona acusa a otra de un hecho, sea hombre o mujer, joven o mayor, vecino de Chinchón o de la Alpujarra, las pruebas deben demostrar que es culpable y entonces que pague su pena con todas las de la ley, como se dice.

Montero ha puesto de acuerdo a todas las asociaciones de jueces y fiscales para pedirle que respete a la institución judicial, que es lo mínimo que debe hacer una vicepresidenta del Gobierno, aunque también es verdad que se trata de un Gobierno en el que nadie ha venido a pararle los pies ni a contradecirla y de eso, con hoy, hace ya tres días.

Ya he escrito aquí que me puede gustar más o menos la sentencia y que me puede caer mejor o peor el exjugador del Barça, pero que hay que respetarla si el tribunal considera que no hay pruebas que demuestren la acusación. Un tribunal, por cierto, formado por cuatro magistrados y de ellos tres mujeres de adscripción progresista, y que haya que decir esto ya es un síntoma de que algo no va bien.

Montero se ha pasado dieciocho pueblos y lejos de admitirlo sale alegando que el PP no le va a dar lecciones a ella de nada y más o menos vuelve a decir lo mismo. ¡Tanto desconocimiento! Y eso que ella ha estudiado en una universidad pública.

El discurso de tronío de Montero sobre la presunción de inocencia llovía sobre mojado del disparate, porque la dirigente socialista había dicho poco poco antes que en las universidades privadas españolas se compran los títulos y son la principal amenaza de la clase trabajadora. Y también se quedó tan tranquila, quizás porque su propio jefe y presidente habló de las universidades privadas como de un «chiringuito».

¿No sabe Montero que medio gobierno ha estudiado en universidades privadas? ¿No recuerda el propio presidente que él estudió en una universidad privada?

Ni la vicepresidenta ni el presidente pueden ni deben descalificar a estas instituciones docentes generalizando de esa forma, entre otras cosas porque no es verdad. No dudo que existan centros mejorables, como los hay en las públicas, pero hablar de las universidades privadas como ‘chiringuitos’ y de comprar títulos cuando hay instituciones universitarias como Deusto, por ejemplo, donde hicieron Derecho los ministros Grande-Marlarka y Félix Bolaños, es un es un despropósito y un insulto para profesores y alumnos.

Si lo ha hecho para hacer valer la Universidad pública ese no era el camino. Que se preocupe su Gobierno de dotar de recursos y medios, sobre todo en investigación, para mejorar el nivel de las universidades públicas porque no salimos muy bien parados en el ranking de Shanghái que valora las mejores mil universidades del mundo. Eso estaría bien para evitar que el talento emigre porque luego pasa lo que pasa, que se queda en España gente como María Jesús Montero que puede llegar a vicepresidenta con la enorme habilidad de hacer que cada vez que habla sube el pan, y hasta el aceite.

Y lo que es peor. Si escuchamos las palabras de Pedro Sánchez, podemos interpretar que cualquiera que haya estudiado en un ‘chiringuito’ puede llegar a presidente del Gobierno en España.

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