MANUEL CERDÁN
Madrid se convirtió en la sede central de la Internacional Negra entre 1974 y 1976 durante los últimos estertores del Franquismo y el arranque de la Transición. También coincidió con los primeros atentados de la guerra sucia contra ETA con las siglas ATE y BVE. La capital de España reunió a lo más granado del neofascismo italiano, de la Triple A argentina y los mercenarios más sanguinarios de la OAS, sin olvidar a los ultraderechistas españoles y nostálgicos de la Dictadura.
En ese escenario, los servicios secretos del Régimen y el búnker de la Seguridad del Estado pusieron en marcha la maquinaria de los grupos parapoliciales para combatir a la banda terrorista al otro lado de los Pirineos, que fue bautizado como el “santuario francés” de ETA.
Toda esta etapa de las acciones parapoliciales desarrollo profusamente en mi libro Guerra Sucia. Mercenarios contra ETA: de Franco a los GAL, que presenté hace unos días en el Ateneo de Madrid, acompañado por el ex director del CNI, Alberto Saiz. La obra, que ocupa más de 700 páginas, es la primera que recoge el periodo ominoso de terrorismo de Estado, entre 1975 y 1986.

La primera etapa de la guerra sucia contra la organización armada quedó en manos de los más importantes ideólogos de la extrema derecha europea que controlaban la Internacional Negra contra el comunismo y el terrorismo de corte marxista como ETA. Las huestes de activistas neofascistas y mercenarios se movían bajo la dirección de Stefano delle Chiaie, el máximo dirigente de Avanguardia Nazionale, y del anticomunista francés Yves Félix Gillou, más conocido por el sobrenombre de Yves Guerin-Serac.
El paramilitar galo se convirtió en el nudo gordiano de todo ese colectivo ítalo-hispano-luso-francés que inició una cruzada contra las fuerzas de izquierda y el terrorismo de ETA. Era el orador ultra de mayor poder de convicción y el activista con más capacidad operativa. Para sus actividades utilizaba de tapadera su agencia de noticias Aginter Press, primero con sede en Lisboa y, después, en Madrid.
El director de Aginter Press, de origen bretón, era un militar que, con el grado de capitán, había luchado en Corea, Indochina y Argelia. En el país magrebí desertó del ejército galo, en febrero de 1962, cuando se hallaba en Orán, y se unió a la OAS, que luchaba contra De Gaulle.
Huyendo de la justicia francesa por los delitos de deserción y traición se instaló en Lisboa donde puso en marcha una copia de la OAS, pero de dimensión internacional centrada en el anticomunismo. Guerin-Serac se rodeó de especialistas en subversión, todo ellos de ideología fascista, católicos tradicionalistas y defensores de lo que ellos llamaban “valores occidentales”, por los que habían luchado en la Segunda Guerra Mundial contra los alemanes y después contra los rusos.
Guerin-Serac nunca fue investigado en España, pero su nombre sí apareció en un macroproceso abierto por el juez Salvino de Milán. Junto al cerebro de la Internacional Negra de los años 70 se veían involucrados el líder neofascista Stefano delle Chiaie y el activista Mario Ricci que alcanzaron un protagonismo determinante en la guerra sucia durante los gobiernos franquistas y postfranquistas de Arias Navarro.
Un trio de sicarios implacables
Mario Ricci fue el tercer hombre que acompañó al ex OAS, Jean Pierre Cherid, y al argentino Boccardo en el asesinato del número uno de ETA, Beñarán Ordeñana Argala, en diciembre de 1978. El comando contraterrorista hizo coincidir el atentado con la fecha del quinto aniversario del magnicidio del presidente Carrero Blanco, en el que Argala activó los cables de la bomba.
El mismo trío del terror también participó junto a Delle Chiaie en los acontecimientos violentos de Montejurra-76 donde fallecieron dos personas en un enfrentamiento entre seguidores carlistas de Sixto de Borbón y Carlos Hugo de Borbón, provocado por los neofascistas, alentados por las tramas ultras del Estado.
El francés Guerin-Serac en cambio, era un tipo escurridizo a quien nunca lograron hacerle una fotografía. Como soldado de fortuna, al igual que otros muchos que se enrolaban en los grupos paramilitares, había luchado África Central Francesa y en el Congo Belga.
En la trama de Aginter Press también aparecía el agente norteamericano de la CIA, Jay Simon Salby, (Filadelfia, 1937), que usaba el nombre de guerra de Castor. El espía participó en las operaciones anticomunistas de los años setenta a escala mundial y contra ETA. Su nombre también aparecía en las investigaciones italianas.
Guerin-Serac, junto a Stefano delle Chiaie, fue el máximo defensor de la estrategia de la tensión en los países mediterráneos como arma de desestabilización contra los gobiernos de izquierda. El francés se vio obligado a huir desde Portugal a España en busca de protección y refugio cuando, en mayo de 1974, seguidores de la Revolución de los Claveles del 26 de abril, desmantelaron las instalaciones de Aginter Press en el número 13 de Rua des Pracas en Lisboa. El chivatazo de un agente de la PIDE -los servicios del régimen salazarista- había desvelado las actividades secretas de la falsa agencia de prensa, que en realidad era la base secreta de la Internacional Negra.
Guerin-Serac fijó su residencia con su esposa a una pequeña villa a las afueras de Madrid, según declaró el neofascista Vinciguerra a la Justicia italiana.
El allanamiento de las instalaciones en Lisboa, que funcionaban desde septiembre de 1966, sirvió para descubrir un descomunal archivo con documentos que desvelaban la importancia de una red ultraderechista que se parecía más a una estructura del crimen organizado. Entre los papeles figuraban las fichas de colaboradores en todos los países del mundo. También hallaron un taller sofisticado desde donde se falsificaban todo tipo de documentos como tarjetas de periodistas o identificaciones policiales.
Paralelamente a Aginter Presse, Guerin-Serac dirigía la organización Ordre et Tradition (Orden y Tradición), que disponía de una unidad armada llamada OACI (Organización de Acción contra el Comunismo Internacional). Con base en Johannesburgo (Suráfrica), se dedicaba a la contratación de mercenarios para combatir en Congo y Biafra. El histórico mercenario Bob Denard contactó con la organización secreta de Guerin-Serac a fin de aumentar el número de mercenarios en África, pero éste declinó la oferta. Cherid sí fue uno de los mercenarios que enrolaron el ejército de más de 200 soldados que reclutó el francés Bob Denard.
Orden y Tradición se trataba de una organización secreta similar a Honneur de la Policía (Honor de la Policía), implicada en el atentado que le costó la vida al izquierdista francés Goldman. Su misión principal, como el grupo Avanguardia Nazionale de Stefano delle Chiaie, hermanado con el español Fuerza Nueva, era la de detener el avance y la difusión de la ideología comunista en Europa, “por todos los medios disponibles, incluido el terrorismo”, según sus proclamas.
El movimiento de Delle Chiaie tenía previsto organizar un congreso internacional de grupos fascistas, el 3 de noviembre de 1975, en Trieste con la invitación a miembros de Fuerza Nueva, extremistas de derechas portugueses, Ordre Nouveau de Francia, activistas croatas, yugoslavos y holandeses. Finalmente, se convocó el congreso de la Alianza Internacional Anticomunista en Madrid entre los días 30 y 31 de octubre de 1976, al que asistieron representantes de 17 países. España estaba representada por Luis García Rodríguez, un falangista catalán nacido en 1932, con estrechos lazos con los neofascistas italianos.
Aginter Press, además de España, logró abrir delegaciones por toda Europa: Italia, Francia, Turquía, Grecia, Alemania, Bélgica y España.
Los activistas de Aginter Press, especializada en misiones especiales de infiltración y de guerra psicológica y de la eliminación de objetivos materiales o humanos, se servían de un nombre de guerra con un código alfanumérico. Por ejemplo, sus dos máximos dirigentes, Guerin-Serac y Jean Marie Laurent, se comunicaban con los nombres y códigos de Ralph y C-11 y Joel y R 22, respectivamente. Entre sus objetivos también estuvieron los terroristas vascos. Algunos de sus activistas participaron en acciones violentas contra objetivos materiales y humanos de ETA.
Aginter Press funcionó en la capital lusa hasta abril de 1974, financiada por varios gobiernos europeos, como un centro de espionaje al servicio de la CIA americana o la Organización Hehlen de la República Federal Alemana, entre otros. También de reclutamiento de mercenarios y terroristas expertos en atentados y sabotajes. Todos esos conocimientos fueron luego incorporados a la lucha contra ETA.
Para los jueces italianos, el grupo de Guerin-Serac contaba con la anuencia del staff de la CIA y la colaboración de agentes como Salby. Los responsables de Langley eran: el director Richard Helms; el director de Operaciones, Thomas Karamessines; el director de Operaciones Especiales, Richard Ober y el jefe de la misión Proyecto 2, James Eatinger. Por parte francesa, la organización contaba con los servicios de Patrick Thyraud, jefe de la estación de los servicios secretos galos SDECE en Washington, amigo de James Angleton, jefe de Contrainteligencia de la CIA.
En todo ese entramado participaban policías y guardias civiles que se resistían a un cambio de Régimen. Las reformas emprendidas por la Monarquía y los gobiernos centristas no afectaron a algunos de los espías del SECED, que había sido fundado por Carrero Blanco y se habían juramentado en la venganza contra ETA. Tampoco a los policías que habían formado parte de la Brigada Político Social franquista ni a los guardias civiles de los grupos de Información del instituto armado. Otro tanto sucedía con militares que conspiraban entre bambalinas para acabar con Suárez y la Democracia, como luego se demostró en el 23-F.
Todos ellos conectaban y congeniaban con la organización de Guerin-Serac y Stefano delle Chiaie, que mantenía encendida la llama del franquismo, aunque se apagaba lentamente. A ellos había que sumarles todo un ejército de la OAS que se había instalado en España huyendo de la persecución de De Gaulle, tras haber cometido atentados en Argelia y Francia. Sin olvidar toda una legión de hampones, mercenarios y sicarios que se habían establecido en las ciudades turísticas de la costa mediterránea, que se hallaba en plena expansión y acogía a miles de turistas por lo que podían pasar desapercibidos.
La legión de neofascistas afincados en la capital de España contaba con el beneplácito y protección de los gobiernos de Carrero Blanco y de Arias Navarro. Entre más de un centenar de activistas de Ordine Nuovo y Avanguardia Nazionale destacaban el ingeniero nuclear Eliodoro Pomar, que trabajaba para el centro EURATOM de Ispra en Lombardía y tuvo que huir de Italia tras participar junto al príncipe Borghese en el intento de golpe de Estado contra la República Italiana en diciembre de 1970. Era también colaborador de la CIA.
Pomar, en febrero de 1977, cuando la familia neofascista de Madrid había perdido la protección de Franco durante los gobiernos de Adolfo Suárez, fue detenido junto a otros ultras italianos -Elio Masagrande, Salvatore Francia, Zaffoni, Rognoni y Pozzan- por la fabricación de armas en un taller clandestino de Madrid. Todos fueron extraditados a Italia.
El arrepentido Carlo Diglio, que viajó a Madrid en nombre de la CIA y de los servicios secretos italianos para localizar y entrevistase con Pomar, tenía como misión sondear los conocimientos del físico sobre las centrales nucleares. Contactó con Mariano Sánchez Covisa, el dirigente de los Guerrilleros de Cristo Rey, colaborador y protegido de los servicios secretos españoles. Pomar, en ese momento, avanzaba en su taller en un prototipo de una metralleta que se parecía a la Ingram norteamericana y que tenía un cargador que se podía insertar en la empuñadura. El local del taller había sido alquilado por el propio Sánchez Covisa. El italiano no trabajaba por cuenta propia, ya que el proyecto de la nueva arma era un encargo de la inteligencia española.
Diglio tuvo la oportunidad durante su estancia en España de participar en un acto conmemorativo en honor del general Franco junto a los también neofascistas Rognoni, Massagrande y Vinciguerra. Pomar le comentó al juez italiano que Delle Chiaie estaba reclutando a refugiados italianos para participar en la lucha anti-ETA y contra el avance del comunismo en el área mediterránea.
Otro neofascista italiano, Pierluigi Concutelli, que se refugió en Madrid entre 1975 y 1977, siempre unido a las organizaciones de Rognoni y Delle Chiaie, aportó sus conocimientos paramilitares y de guerrilla en operaciones contra ETA en el Sur de Francia y contra grupos antifascistas españoles, según manifestó en un proceso judicial en Milán.
Francesco Zaffoni, otro ultraderechista del grupo La Fenice, que había residido como prófugo en España durante años, también mantuvo una relación con el agente de la CIA Salby/Castor, a quien conocía como “el americano”. Según Zaffoni, Castor participó en operaciones contra militantes de ETA en Francia junto a Mario Ricci, que utilizaba la identidad falsa de Carlo Vanoli. El espía Salby contaba con una experiencia paramilitar, incluso, habría participado en la operación de la CIA en Bahía Cochinos para derrocar a Fidel Castro.
Concutelli, Zaffoni y Salvatore Francia, otro militante de Ordine Nuovo afincado en Madrid, vivieron de cerca la estrecha relación entre el agente Castor y Delle Chiaie. El americano disponía de una oficina en la capital española vinculada a la empresa ENIESA, dirigida por el líder de Avanguardia Nazionale, que se presentaba como una comercializadora de herramientas para máquinas de trabajo, pero que funcionaba de tapadera para operaciones secretas. Prueba de ello fue la total disposición del italiano para organizar una misión de rescate del agente de la CIA tras ser detenido en 1976 en Argelia cuando preparaba un atentado.
Otro de los neofascistas afincados en Madrid, Vincenzo Vinciguerra, era uno de los activistas de Aginter Press que, en 1974, antes que comenzaran las acciones de crimen de Estado a la española, colaboraba la facción ultraderechista portuguesa PIE, una copia del modelo OAS francés, que superaba en violencia al Ejército de Liberación de Portugal (ELP). La propaganda de la organización era emitida desde emisoras de radio montadas en España cerca de la frontera. Vinciguerra se convirtió en un testigo protegido de gran valor en Italia para desvelar la “estrategia de la tensión” de los neofascistas en España.
Mario Ricci, el sicario inseparable de Cherid durante las dos etapas de la guerra sucia con el Batallón Vasco Español (BVE) y Grupos Antiterroristas de Liberación (GAL), reconoció ante los jueces italianos sus estrechas relaciones con los cabecillas de la trama: Guerin-Serac, Jay Simon Salby, Stefano delle Chiaie y Vincenzo Vinciguerra. Todos ellos disponían de un segundo apartamento “reservado” en la zona de Puerta de Hierro, según sus palabras, alquilado a través de un agente de los servicios secretos españoles, llamado Eduardo.
Todos aquellos movimientos eran el preámbulo de la construcción de los grupos parapoliciales para atentar contra ETA en Francia. A la organización pronto se unió Jean Pierre Cherid, un joven legionario procedente de la OAS. Antes, había pasado un tiempo en una cárcel francesa y combatido como mercenario en Biafra.
Cherid era un pied noir que se convirtió en el eslabón entre las dos etapas de la guerra sucia contra ETA: BVE y GAL. Trabajó para los franquistas y para los felipistas.
Nacido en Argel el 20 de noviembre de 1940 en el seno de una familia originaria de Francia que, como otras muchas, perdió su patrimonio y su hogar con independencia argelina, viéndose obligada al exilio. A los 19 años se enroló en el Ejército francés, en las fuerzas especiales como paracaidista. Más tarde, como buen pied noir, como se conocía a las familias francesas y descendientes que se afincaron en Argelia durante décadas y que se vieron obligados a abandonar el norte de África tras la independencia del país magrebí. se enfrentó al general Charles De Gaulle desde OAS.
Cherid falleció en Biarritz el 19 de marzo de 1984 cuando se disponía a verificar un coche bomba que iba destinado a reventar a un grupo de etarras. Pero esa es otra historia que describo con pleno detalle en el libro Guerra Sucia. Mercenarios contra ETA: de Franco a los GAL.
*Autor del libro Guerra Sucia. Mercenarios contra ETA: de Franco a los GAL. Plaza & Janés/Penguin Random House. Primera edición: octubre de 2025.