El cine ha dado muchas historias memorables, pero también algunas muy oscuras. Hay películas que parecieran traer mala suerte a quienes trabajan en ellas. Accidentes, muertes y sucesos extraños rodean ciertos rodajes, creando leyendas que perduran en el tiempo. Entre los títulos más recordados están Poltergeist, El Exorcista o The Crow. Cada uno tiene su propio historial de tragedias y misterios.
Poltergeist es quizás la franquicia más famosa en este sentido. Dos muertes marcadas en el recuerdo popular alimentaron la idea de “maldición”: Dominique Dunne, asesinada tras el estreno del primer filme, y la pequeña Heather O’Rourke, que murió en 1988 por complicaciones médicas. Estos casos reales se mezclaron con rumores y la prensa reforzó la sensación de que algo oscuro acompañaba la saga.
El Exorcista también acumuló incidentes. Incendios en el set, accidentes durante escenas exigentes y retrasos en la producción hicieron que muchos hablasen de fenómenos extraños. Aunque nada sobrenatural pudo probarse, los riesgos eran claros y reales, según el EXCELSIOR.
Otros filmes reforzaron esta leyenda de “sets malditos”. En The Omen, rayos golpearon aviones del equipo y hubo percances con animales. The Crow tuvo uno de los episodios más trágicos: Brandon Lee murió durante una escena por un accidente con un arma de utilería. En Twilight Zone: The Movie, un accidente de helicóptero acabó con la vida del actor Vic Morrow y dos niños. Por último, The Conqueror, rodada cerca de zonas de pruebas nucleares, terminó vinculada a varios casos de cáncer en el elenco y equipo.
Estos sucesos no solo generaron historias de terror, sino que impulsaron cambios importantes. Tras Twilight Zone: The Movie, la industria reforzó la seguridad en pirotecnia y uso de aeronaves, implementando controles más estrictos. En The Crow, la muerte de Brandon Lee llevó a prohibir armas de fuego reales en los rodajes, optando por réplicas y efectos digitales.
Hoy, la historia del cine recuerda que el riesgo cero no existe. Pero sí se pueden tomar medidas para reducirlo. Supervisión independiente, cumplimiento de normas y comunicación clara entre dirección, efectos especiales y jefes de equipo son obligatorias. Las películas malditas quedaron como lecciones oscuras, pero necesarias, para proteger a quienes dan vida a las historias que vemos en la pantalla.