La peste como realidad

19 de marzo de 2024
1 minuto de lectura
Una rata. | Flickr

Algunas ratas muertas con sangre en la boca aparecieron de pronto en los descansillos de la escalera. El portero quiso justificarse ante los vecinos creyendo que se trataba de una broma de mal gusto. Pero a los días siguientes y a los otros y a los otros, cientos de ratas crujían moribundas por las calles de Orán, junto a los que no pudieron evadirse del contagio. El asombro no cabía en los ojos de que los que se desmayaban sobreel suelo con los ganglios hinchados.

 En 1947 el existencialista Albert Camus publica, para mi gusto, su mejor novela describiendo la peste como una realidad donde el coraje del doctor Rieux, su colega Tarrou y la solidaridad conjunta de los valientes vecinos, buscan redimir la sofocante tragedia de un pueblo . Camus no cree en Dios pero sabe que sin Él no hay satisfacción para el remedio de las ansias humanas. Observa cómo las iglesias se llenan pidiendo serenidad ante lo inevitable de la muerte. Y se rinde ante la evidencia de que “en el hombre hay más signos de admiración que de desprecio”.

A vista de lo leído, concluimos en una coincidencia con el Nobel francés: Vivir merece la pena.

2 Comments

  1. Es cierto. La generosidad del hombre en el peor de los escenarios. Un periodista contó que en un escenario de guerra, mientras la población huía de los combates, su Jeep quedó varado en el camino, ellos ya volvían a Europa a salvo de tanto horror. Los que huian no dudaron en dejar sus escasas pertenencias y empujando sacaron el vehículo que pudo continuar su camino. El periodista siempre contó que este es el hecho más conmovedor que a él le ha sucedido.

  2. Lo material te sirve solo para acomodarte, vivir lo mejor que puedas, siempre a costa de tu esfuerzo, trabajando.
    Cuando todo lo que tenías se pierde
    solo te queda el calor de los que pasaron por el mismo trance.
    El unico ejemplo es que solo quedan las ratas que se pasean por encima de los enseres abandonados.
    Es un duro ejemplo.
    Y puede ser un duro final para quienes pudieron “sacar” de su magnifico confor, sus pertenencias
    adquiridas , regaladas y en algunos casos robadas, las monetarias conseguidas de diferentes modos, vuelan, son las primeras que salen.

    Esos indeseables, no se quedarán, pero tendrán para siempre, añadido a sus nombres el de, las ratas que nos importaron la peste, a costa de exportar sus riquezas.
    Hoy consideran esto como .
    Ejemplo.

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