Tres consecuencias inmediatas traían la breve calentura de cuando niños: privarnos del colegio al día siguiente, comer un plátano de postre y dejar encendida toda la noche una palmatoria sobre la
mesita.
A esa edad se le tiene miedo a muchas cosas, sobre todo al desamparo de la oscuridad. Yo veía dibujos en las paredes, sombras que se movían detrás de las cortinas y un eco lánguido de ayes misteriosos. Por
eso, la lámpara encendida era un alivio que bajaba las fiebres de la soledad.
Dicen los expertos que si, a los ocho o nueve años, ese miedo no desparece, comenzará en el adolescente la nictofobia, miedo a las sombras de la noche, que termina en la adultez amargándoles la vida. Las causas pueden ser un exceso de películas de terror en la televisión o una circunstancia social preocupante y sostenida.
… En España, todas las grandes superficies han agotado ya las velas de las palmatorias.