La mayoría de juristas del siglo XVI estaban aleccionados para justificar, con razonamientos acomodaticios, la incorporación de Portugal a la Corona de Felipe II.
Tal situación indispuso a unos contra otros, no sólo en Portugal, sino en el Reino de España y ante la oposición de muchas Cortes europeas: el papa fue el primero que se opuso. Los dos bandos enfrentados en aquella Hispania estaban encabezados por la princesa de Éboli, contraria a la asimilación, y el duque de Alba, que argumentaba su conveniencia.
Casi desterrado y con mermas en su importancia, ganó el de Alba. La princesa y Antonio Pérez, el secretario de Estado, por oponerse, fueron encarcelados.
…Las cárceles de ahora son de papel y se enmascaran en las columnas pagadas de ciertos periódicos. Los contrarios, se detienen hoy con calumnias y olvidos. Al final, la Historia termina dando la razón a lo razonable: quedaron entonces y quedarán ahora, las cosas como estaban.