El cierre de las urgencias en el país luso ha hecho que una mujer embarazada tuviera que desplazarse 217 kilómetros para dar a luz
Hace unos días, en Portugal, una mujer tuvo que recorrer 217 kilómetros para dar a luz a su bebé. Este nació, después de un viaje que se alargó, ya que la ambulancia tuvo que llevar a su madre hasta a tres hospitales diferentes. El primer centro y las urgencias del segundo estaban cerrados. Un problema que se ha repetido en otras situaciones similares por la falta de médicos en el país luso.
El pasado verano, una mujer perdió a su bebé después de recorrer 100 kilómetros para encontrar un hospital abierto. Un hecho que contribuyó a la dimisión de la anterior ministra de Sanidad, Marta Temido. Actualmente, Portugal tiene los servicios de obstetricia limitados. Una importante deficiencia dentro de una crisis dentro del sector: la ausencia de médicos en muchos centros. Especialmente, en el interior del país.
Más de un millón de portugueses, el 10% de la población, no tiene un médico de familia asignado. Por eso, el Ministerio de Sanidad ha puesto en marcha un sistema rotatorio, para que en las zonas más despobladas haya profesionales que puedan cubrir los agujeros en la atención. La medida aporta ayudas salariales y alojamiento gratis a todos aquellos que trabajen en estos lugares.
Pero la Federación Nacional de Médicos (FNAM) critica que las mejoras salariales y de alojamiento solo vayan destinadas a los médicos residentes y dejen fuera a los especialistas. Además, las bajas remuneraciones y las malas condiciones hacen que muchos sanitarios se vayan al extranjero. Y el de las mujeres embarazadas es uno de los casos más graves, ya que hay dificultades para que se hagan las tres ecografías obligatorias. Muchas acaban optando por centros privados.
La crisis sanitaria portuguesa no es excepcional dentro de Europa. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), el 40% de los médicos tiene más de 55 años en un tercio de los países del Viejo Continente. El envejecimiento de la población y de los profesionales de este ámbito y los bajos salarios han dejado en una situación precaria los sistemas de salud del entorno. Un contexto agravado por la pandemia de la COVID.
La situación de España
España es un claro ejemplo de esta precarización. El 76% de la población tarda un promedio de 8,8 días en acceder a un médico de familia, como ofrece el último barómetro del Ministerio de Sanidad. De hecho, las instituciones solo han aportado seis centésimas a la atención primaria entre 2022 y 2023. Y, al igual que en Portugal, la despoblación en zonas rurales dificulta la presencia de los servicios de salud.
A nivel nacional, Madrid, Cataluña y Extremadura lideran por la cola las inversiones a la atención primaria: 155, 229 y 351 euros por habitante, respectivamente. Además, hay un gran éxodo de médicos españoles.
Según la Organización para el Desarrollo y la Cooperación Económica (OCDE), el año pasado, casi 2.000 médicos que habían obtenido titulación en España fueron autorizados para ejercer en otro país. Tampoco la llegada de profesionales extranjeros cubre ese éxodo suficientemente, por el desfase entre el número de homologaciones y colegiaciones, fundamental para trabajar en territorio nacional. Y las malas condiciones de muchas plazas MIR hacen que en estas haya una gran falta de demanda.
De hecho, el cineasta Pedro Almodóvar ha empatizado con las difíciles circunstancias que viven los sanitarios y ha reivindicado sus demandas en los Premios Feroz, celebrados en Zaragoza este sábado.
Por eso, probablemente, el caso de Portugal sea una advertencia muy importante a tener en cuenta, tanto para España como para el resto de Europa. Como dice el refrán, “cuando las barbas de tu vecino veas cortar, pon las tuyas a remojar”.