Hoy: 23 de noviembre de 2024
Las necesidades humanitarias de la población yemení siguen creciendo tras nueve años de guerra, un conflicto enquistado que deja a la población civil ante un panorama desolador, que se ceba especialmente con la infancia. Sin calidad de vida y ante un futuro devastador, la desnutrición aguda pone en peligro la vida de más de medio millón de niños en todo el país.
Actualmente, unos 21,6 millones de personas, aproximadamente la mitad de la población, necesita ayuda humanitaria y protección –11,1 millones de ellos niños–, mientras que 17,6 millones se enfrentan a la inseguridad alimentaria. Esta situación, que ha sumido a gran parte de la población en la pobreza, obliga a Yemen a enfrentarse a una tasa de desnutrición significativamente alta, que ha provocado que más la mitad de los niños yemeníes menores de cinco años sufran desnutrición aguda o moderada.
Si bien la tregua entre los rebeldes hutíes y el Gobierno reconocido internacionalmente auspiciada por la ONU expiró en octubre de 2022, el alto el fuego de facto se ha mantenido desde entonces, lo que ha proporcionado cierto alivio a los civiles.
No obstante, con 4,5 millones de desplazados internos, las organizaciones humanitarias piden una paz sostenible a largo plazo para poner fin a la terrible situación humanitaria a la que se enfrenta la población. Los sistemas socioeconómicos continúan al borde del colapso y, según cálculos del Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), 593.000 niños sufren desnutrición aguda.
Uno de cada cuatro niños carece de acceso a la educación y se han visto expuestos a un futuro “catastrófico”. El representante de Unicef en Yemen, Peter Hawkins, ha recalcado que es necesario “darles acceso a una educación de calidad”. “Necesitamos lograr que estos niños vuelvan a la escuela, necesitamos darles resultados, un aprendizaje de calidad, y ayudarlos a tener aspiraciones de cara al futuro”, ha dicho durante una sesión informativa con motivo del noveno aniversario del inicio de la guerra en el país.
“La situación actual no es fácil, pero nunca lo ha sido en Yemen. Como agencia de la ONU, estamos dispuestos permanecer y ofrecer ayuda”, ha aseverado antes de aclarar que la terrible situación “inspira a los trabajadores de Unicef a hacer más por esta población”. “Queremos que construyan su resiliencia y tengan acceso a servicios sostenibles en materia de sanidad, educación, agua y protección”, ha aseverado Hawkins.
En esta línea se ha pronunciado también la jefa de Educación de Unicef en Yemen, Nor Shirin, que ha subrayado la importancia de abordar los desafíos educativos de los niños, algo “fundamental” ante una situación “dura y compleja”, especialmente para los menores. “El aprendizaje está en riesgo”, ha alertado, antes de afirmar que existe no solo una falta de escuelas sino también de profesores.
“Más del 80% de los niños carecen de las habilidades correspondientes para leer, y un 70% no han desempeñado sus capacidades básicas a nivel matemático. La situación de las niñas es peor porque existe una disparidad de género”, ha puntualizado antes de afirmar que los profesores no cobran su salario desde 2016.
Así, ha lamentado que los años de conflicto hayan provocado daños severos a la infraestructura educativa a nivel nacional, lo que ha dejado numerosas escuelas inutilizables por el momento. “La crisis humanitaria y la situación económica ha llevado a muchas familias a la pobreza, forzando a los niños a trabajar o involucrarse en otras actividades para sobrevivir, en lugar de asistir al colegio”, ha denunciado.
Shirin, que ha puntualizado que los desplazamientos forzosos son una de las principales causas de la falta de acceso de los menores a la educación, ha hecho hincapié en que la agencia de la ONU trabaja con las autoridades educativas locales en un intento por sacar adelante políticas que apoyen el acceso de “todos los niños, incluidos los más vulnerables”, a la escuela.
Mansor, un niño que vive con su familia en un campo de desplazados internos, señala el desplazamiento como la situación “más difícil que ha tenido que atravesar en la vida” y ha lamentado haberlo perdido todo a causa de la guerra. “Volvimos a casa y ya no quedaba nada, todo había sido destruido”, ha afirmado en declaraciones a Unicef.
El caso de Mansor es representativo de la infancia en Yemen: dejó la escuela durante un año después de verse obligado a desplazarse por los combates y desde entonces nunca ha regresado a su vivienda habitual.
La desnutrición aguda es un problema que se ensaña especialmente con los menores, que se enfrentan a un alto nivel de mortalidad debido a la falta de alimentos. Aunque Unicef ofrece ayuda preventiva en unos 4.750 centros sanitarios que aún siguen en funcionamiento, entre el 10 y el 17% de los niños se enfrentan a la desnutrición aguda, lo que los lleva a padecer problemas médicos que arrastran a lo largo de su crecimiento.
Kebir Hassen, jefe de Salud de Unicef en Yemen, ha advertido que el sistema sanitario “siempre ha sido frágil a lo largo de los últimos diez años” debido al conflicto, que lleva acarreado una crisis social, económica y política “devastadora”.
Aunque destaca el papel de la agencia de la ONU a la hora de paliar la situación actual sobre el terreno, ha manifestado que el sistema sigue dependiendo de la ayuda de los donantes y ha denunciado la presencia de epidemias como la polio. Hassen ha alertado de la presencia de movimientos antivacunas, que hacen un flaco favor a la salud de los menores.
“Tenemos que aumentar la vacunación y lograr que cada niño sea vacunado, pero existen numerosos desafíos, por lo que necesitamos ayuda por parte de nuestros donantes“, ha reclamado. En total, 2,7 millones de niños sufren algún tipo de desnutrición en Yemen.
Por su parte, la jefa de Nutrición de la agencia en el país, Josephine Ippe, ha aprovechado la ocasión para recordar que los niños que padecen desnutrición aguda severa tienen “diez veces más posibilidades de morir que el resto de menores”. “También hay 1,8 millones de niños con desnutrición moderada, que tienen cuatro veces más posibilidades de morir que otros menores”.
A su vez, ha condenado la existencia de desnutrición crónica, que a partir de los dos años se vuelve irreversible y obstaculiza el desarrollo de los menores. “Esto tiene consecuencias sobre su estudio, su futuro, su salud y su desarrollo cognitivo”, ha declarado.
La población yemení sigue sufriendo día tras día las consecuencias del conflicto, cuyos inicios se remontan a 2014. Muchos niños que se han visto obligados a desplazarse viven en la calle sin la protección y supervisión de sus progenitores, mientras que otros viven en campos de desplazados, a menudo sin suficiente acceso a agua potable, sanidad y otros servicios básicos.