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La cabeza del Bautista

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La obra 'Salomé con la cabeza del Bautista', de Caravaggio, en el Palacio Real de Madrid. | Fuente: Eduardo Parra / Europa Press

En el corazón de la fiesta temblaban juntos los apetitos y los miedos. Licores de todo sabor buscaban cómo vaciarse en las copas de plata y en las otras de carne de la boca del rey, que celebraba su cumpleaños. Salomé, la hija de Herodías, se fue quitando poco a poco los pañuelos, y el monarca, poco a poco también, fue dejando sin equilibrios su comportamiento.

Bailaba tan desahogadamente la joven que Herodes Antipas le ofreció la mitad de su reino que, para su madre, consistía en vengarse de quien la había llamado prostituta por vivir con su cuñado: “La cabeza, mi madre quiere la cabeza de Juan el Bautista“.

Oscar Wilde asegura que Herodías mandó decapitar a Juan porque estaba enamorada de él sin ser correspondida. La Biblia nos da a entender otra cosa. En cualquier caso, quien perdió su cabeza para siempre fue la familia real, que no supo utilizarla.

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